EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA FAMILIA
Juan ZapateroQuizás alguien pudiera verlo como uno de tantos decálogos que a veces se escriben sobre temas del momento o sobre una cuestión que puede ser de más o menos interés para algunas personas o colectivos. Sí, es un decálogo, se ve a simple vista. Pero con ello no he pretendido dar por cerrado todo lo que se pudiera llegar a decir sobre el tema que a continuación pretendo afrontar.
Vaya por delante el hecho de que no la hago precisamente desde mi experiencia personal, sino desde el deseo de compartir con algunas personas, a lo mejor de ayudarlas también, ¿quién sabe?, unos valores que considero importantes. He escogido una etapa concreta de la vida porque pienso que a veces conviene bajarse un poco del caballo de las generalizaciones y tratar momentos específicos, como es el caso en qué los hijos e hijas ya han tomado o están a punto de tomar una decisión respecto al estado de vida que quieren o les gustaría adoptar. Unas palabras que, en este caso, como en otros muchos, no me salen precisamente de la mente, sino del corazón, lo cual quiere decir que no son palabras neutras, sino que van cargadas de un sentimiento profundo.
Por tanto, a vosotros, padres y madres, me gustaría deciros sencillamente:
1.- que queráis siempre y locamente a vuestros hijos e hijas, pero no solamente cuando todo ha ido o está yendo tal y como vosotros habíais planteado, sino también cuando la opción o decisión que han tomado o están a punto de tomar no ha sido mucho, por no decir nada, de vuestro agrado.
2.- que respetéis de verdad, es decir, con ilusión y alegría, la opción que han escogido respecto al estado de vida que quieren seguir. Y, en caso de que sea una opción de pareja, que no intuyan en vosotros que no estáis de acuerdo o que ponéis ciertos reparos, si es que han decidido, por ejemplo, vivir juntos, en vez de casarse, ya sea por lo civil o por lo religioso, en el caso que vosotros seáis creyentes o practiquéis una religión.
3.- que os esforcéis por quererlos, incluso todavía más, cuando intuyáis u os lo digan expresamente, que su orientación sexual no es precisamente “hetero”, sino “homosexual”, tanto sea hijo como hija; y apoyarlos, dado el caso que os digan que mantienen una relación con una persona del mismo sexo y que, llegado el momento, les dierais vuestro apoyo incondicional en caso de que decidieran formalizar su relación.
4.- que, suponiendo que vosotros seáis creyentes, no hagáis un problema de su creencia o de la falta de la misma. Que vean en vosotros un ejemplo a seguir no por vuestras creencias o prácticas religiosas, sino por vuestro amor mutuo entre vosotros dos y entregado y solidario hacia los demás, especialmente hacia las personas más vulnerables y más necesitadas de todo, especialmente de amor y de cariño, traducido, claro está en obras concretas.
5.- que vean que en el hogar se dialoga, se discute e incluso que llega a aparecer el conflicto, pero no como sinónimo de enfrentamiento o de confrontación agria, sino como elemento natural que comporta toda convivencia entre personas, que no tiene por qué acabar en ruptura ni nada que se lo parezca; sino todo lo contrario, en oportunidad para crecer, madurar y seguir haciendo camino juntos. Que hagáis todo lo posible por evitar discusiones que la mayor parte de veces no llevan a nada; y, en caso de que pueda parecer que la cuerda se tensa demasiado entre vosotros y ellos, haced lo posible por ser vosotros quienes deis un paso atrás, aunque muchos o algunos lleguen a pensar que ellos se han salido con la suya. La imposición autoritaria parece que da resultados inmediatos, pero a la larga produce profundas frustraciones.
6.- que todo lo bueno que les hagáis o les deis, lo hagáis sin esperar nada a cambio; ya sé que esto debe ser difícil, pero no creo que, en las relaciones familiares tan estrechas, como es el caso de los padres respecto a los hijos, el factor contractual, aunque sea de buena fe y con cariño, tenga o deba tener cabida. Sí que me gustaría recordaros en este caso las palabras que Jesús dijo en una ocasión en el Evangelio “Lo que dé tu mano derecha, que no lo sepa la izquierda”. Por ello, os pediría que descartaseis de vuestra vida el regateo y el chalaneo. Si ellos os responden después de manera generosa, mejor que mejor.
7.- siempre son buenos los consejos y todas las personas los necesitamos, quizás más en unos momentos que en otros. Digo esto, porque también vuestros hijos necesitan consejos, lo cual sería bueno por vuestra parte que se los dierais. Pero no les deis los que vosotros creéis que les van a ir bien, porque a lo mejor lo que les estáis dando es algo que a vosotros os interesa en ese momento, pero no a ellos. Dádselos también cuando os los pidan; no os adelantéis pensando que es precisamente en ese momento cuando los necesitan, porque a lo mejor, y con toda buena fe del mundo, estáis haciendo algo contraproducente. En segundo lugar, no olvidéis que vosotros, como padres, también necesitáis consejos, en este caso de ellos. No os avergoncéis si es que creéis que se los tenéis que pedir ni hagáis un problema, si es que ellos se adelantan y os los dan porque creen que los necesitáis en ese momento.
8.- es sabido de todas y todos que los abuelos tienen una pasión especial por los nietos, hasta el extremo que haríais cosas que nunca hicisteis por vuestros hijos en su momento. Pero ¡alerta!, porque con toda buena fe del mundo podéis llegar a hacer con ellos cosas que realmente no les conviene, al menos en ese instante. Quiero decir con ello que la educación de sus hijos es una tarea propia y exclusiva de los padres, es decir, de vuestros hijos en este caso. Por tanto, dejad que ellos les eduquen como crean que lo deben hacer y les introduzcan en los valores que consideren más oportunos y tomen las decisiones que crean respecto a ellos, a pesar de que no puedan ser de vuestro agrado.
9.- toda convivencia comporta conflicto, lo cual no es malo, sino todo lo contrario, signo de adquisición de madurez y de crecimiento. Por tanto, es normal que vuestros hijos, en este caso la pareja, mantengan en ciertos momentos discusiones e intercambien puntos de vista, elevando posiblemente la voz y el tono alguna vez. Procurad verlo como normal, a no ser que la sangre estuviera a punto de llegar al río, cosa que no sucederá el noventa y nueve (por no decir el cien) por ciento de las veces. Procurad no meteros, pues, en dichas discusiones, si llega el caso. Si acaso, mirároslas de cerca, pero siempre al margen, por, si llegado, el momento, necesitan algún tipo de las ayudas que mencioné anteriormente.
10.- seguro que un momento u otro necesitarán de vosotros y, por tanto, lo más probable es que os pidan un favor. Yo os diría que por poco que estuviera en vuestras manos no dejéis de hacerlo, incluso cuando en alguna ocasión os pueda suponer un cierto sacrificio. Os diría más incluso: es posible que intuyáis que ellos lo necesitan, pero no acaban de dar el paso a la hora de pedíroslo; en este caso mi consejo es que os adelantéis vosotros; aquí seguro que no metéis la pata ni invadís ninguno de sus campos.
Todo un gran reto, no cabe duda, del que ambas partes sois protagonistas; aunque, según mi criterio, vosotros padres lo debéis afrontar con más responsabilidad.
Juan Zapatero Ballesteros