LLEGARÁ UN NUEVO DÍA
Florentino UlibarriLlegará un día
en el que vivir no sea una pesada carga,
que doble las espaldas
y sofoque los corazones,
sino una asombrosa experiencia de plenitud
para todas las personas,
sea cual sea su origen, color, país o religión.
Llegará un día
en el que la libertad no sea un sueño,
temeroso de ser perdido
si despierta entre nuestros frágiles brazos,
sino una alegre realidad
capaz de ilusionar y emocionar
a todos los que vivimos y soñamos.
Llegará un día
en el que la igualdad no esté en entredicho
ni necesite discriminación positiva,
sea cual sea la cultura,
la condición social,
la patria, la riqueza
o el sexo de las personas.
Llegará un día
en el que los derechos humanos
no necesiten defensores ni leyes,
pues todos los llevaremos tatuados
en nuestras entrañas
y sabremos transmitirlos
a las generaciones futuras.
Llegará un día
en el que la justicia florecerá
en todos los campos y rincones
de nuestro ser y tierra
y podremos mirar sin temor,
en cualquier dirección,
con ojos limpios y acogedores.
Llegará un día
en el que las fronteras desaparecerán,
y todos los seres humanos
podremos movernos,
sin controles ni tarjetas,
de acá para allá,
como en nuestra propia casa.
Llegará un día
en el que la fraternidad
será la mejor carta de ciudadanía,
de dignidad y de respeto,
y todas las personas serán respetadas,
sean o no compañeras, camaradas,
adversarias o amigas.
Llegará un día
en el que podremos convivir,
dialogar y enriquecernos,
amar, compartir y criticarnos,
soñar, trabajar y cantar,
y ser diferentes sin excluirnos
en la mesa, en el corazón y en la historia.
Llegará un día
en el que esta sociedad se sienta renacer
en todos los cruces y sendas,
revistas, periódicos, radios y televisiones;
y en el que la buena noticia
sea el pan nuestro cada día
para quienes aman y caminan.
¡Pronto llegará ese nuevo día, Señor,
si proclamamos sólo palabras de gracia!
¡Ya se anuncia!