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EZEQUIEL 2, 2-5 / CORINTIOS 12, 7-10

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EZEQUIEL 2, 2-5

El espíritu entró en mí como se me había dicho y me hizo ponerme en pie; y oí al que me hablaba. Me dijo: "Hijo de hombre, yo te mando a los israelitas, a la nación de los rebeldes, que se han rebelado contra mí. Ellos y sus padres me han sido contumaces hasta este mismo día. Los hijos tienen la cabeza dura y el corazón empedernido; hacia ellos te mando para decirles: Así dice el señor Yahveh. Y ellos, escuchen o no escuchen, ya que son una casa de rebeldía, sabrán que hay un profeta en medio de ellos".

Nos ofrece el contexto necesario para la lectura correcta de Marcos. Es una constante de Israel (y de la humanidad) negarse a escuchar la Palabra. Todo el Antiguo Testamento es la crónica de la dureza de corazón de Israel, de su constante negación a escuchar a Yahvé, y de las desgracias que esta actitud le acarrean.

Por otra parte, es constante en la Biblia la incómoda, no pocas veces arriesgada situación del profeta. Anunciar la Palabra es una misión peligrosa, que a menudo lleva consigo el rechazo del pueblo.

Marcos ha tomado una línea semejante: quizá sea el evangelio en que mejor aparece la contumacia del pueblo y de los mismos discípulos.

 

CORINTIOS 12, 7-10

Y por eso, para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí. Pero él me dijo: « Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza ». ..... Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte.

La compleja personalidad de Pablo aparece bien en este texto: no sabemos en qué consiste ese "aguijón de la carne". Hay que tener en cuenta que, para Pablo, "la carne" no es simplemente su cuerpo de carne y hueso, sino todo lo que va "contra el espíritu", lo que abre más aún las posibilidades de interpretación.

Pero resulta evidente que Pablo siente una esclavitud de la que quiere liberarse y no puede. Lo aprovecha para no envanecerse de todos los dones que ha recibido; incluso lo agradece a Dios, porque así queda claro que todo es obra de Dios, a pesar de las limitaciones de Pablo, su instrumento.

 

José Enrique Galarreta

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