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LUZ Y SAL

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8 de febrero, domingo V de TO

Si enciendes una luz para alguien, también iluminará tu camino (Buda)

Mt 5, 13-16

Vosotros sois la sal de la tierra
Vosotros sois la luz del mundo

La luz y la sal, tan necesarias en la vida, han pasado a ser manifestaciones biográficas de la religiosidad y la cultura. Los Maestros de la Sabiduría las han propuesto como imagen de la espiritualidad a sus discípulos.

Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás en tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.(Levítico 2, 13). El budismo también hace mención a la sal, cuando se atribuye al Buda lo siguiente, en una de las ideas principales del Dharma: “Monjes, así como el poderoso océano tiene un sólo sabor, el sabor de la sal, del mismo modo, monjes, este Dharma tiene sólo un sabor, el sabor de la liberación”.

Muchos artistas del pincel han utilizado la luz como argumento principal de sus lienzos, y han enriquecido los museos con variadas gamas cromáticas, capaces de satisfacer otros sentidos. El cuadro Por tu palabra viviré en la claridad, de la pintora y monja cisterciense Isabel Guerra, es un ejemplo.

Manifestaciones todas ellas que para cumplir su misión entre los hombres necesitan ser descolgados de libros y de muros, y circular libremente y con luz y con sabor por los caminos de vida. El AT lo propone: “El justo brillará en las tinieblas como una luz”, canta el Salmista, e Isaías augura, “Romperá tu luz como la aurora” (Is 58, 8).

Las prácticas religiosas deben ser interiorizadas para ser operativas. Deben salir del corazón y de la mente y, en última instancia, de las manos. “No se enciende un candil para taparlo con un celemín, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa” (v 15), nos advierte Mateo.

Una luz que ha de traducirse en preocupación por satisfacer las penurias de quienes más lo necesitan; de dar pan al hambriento y posada al peregrino. Nos le recuerda el Papa Francisco en su “Mensaje con motivo del V centenario del nacimiento de Santa Teresa”: ¡Éste es el realismo teresiano, que exige obras en lugar de emociones, y amor en vez de ensueños, el realismo del amor humilde frente a un ascetismo afanoso!

El Evangelio no es algo en abstracto, es algo personificado y reflejado en el comportamiento diario de los creyentes: “Vosotros sois la sal de la tierra” (v 13). El Apóstol de los gentiles lo deja claro en este pasaje de su Carta a los Efesios 5,8: “si en un tiempo erais tinieblas, ahora sois luz por el Señor: vivid como hijos de la luz”.

Vocación humana que el protagonista del Documental La Sal de la Tierra, apostilla con esta frase: “Al fin y al cabo las personas son la sal de la Tierra”. Camino de luz y de sabor que, partiendo del mundo físico, nos lleva al espiritual. La lente de la cámara del director, Wim Wenders, lo ha captado en el drama humano y paisajístico ocurrido en Minas Gerais de Brasil.

La Luz y la Sal son un precioso legado para la Humanidad, que nos trasciende y que hay que empujar más allá de todas las fronteras para ahuyentar sombras y salar contenidos. Una puesta al servicio de los otros con amor generoso y con respeto. Lo demás nos será dado por añadidura: “Si enciendes una luz para alguien, también iluminará tu camino”, dijo Buda.

Los Sabios nos lo han dicho con voz clara y con sentido. Pero lo cierto es que, como escribió Rabindranath Tagore en El discípulo: “Tu lenguaje, Señor, es muy sencillo, mas no así el de los discípulos que hablan en tu nombre”.

 

LUZ Y SAL

¡Quiero ser luz y sal en mi destino!:
Luz de ancho espectro y brillo, que ilumina…
sal de virtudes mágicas y sueños…
que a su paso sazonan
cuanto a su paso tocan de camino.

Quiero ser lámpara viva
en la montaña del tiempo,
sin celemines doctrinarios que ahoguen sus destellos,
sin aguas de bautismos limitantes
que desalan el humano color del Evangelio.

Busco en mi ser, ser luz y sal de peregrinos
con palabras y ejemplo.
Ser luz y sal que se consumen
sembrando estelas de calor, de vida…
en personas y campos, en estrellas y cieno.

(EN HIERRO Y EN PALABRA, Ediciones Feadulta)

 

Vicente Martínez

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