Buscador Avanzado

Autor

Tema

Libro de la biblia

* Cita biblica

Idioma

Fecha de Creación (Inicio - Fin)

-

HOJA DE RUTA DE UN CRISTIANO S. XXI (2)

Rate this item
(21 votes)

¿En qué Dios creo?

Nuestro hermano Francisco ha dicho: Yo creo en Dios, no en un Dios católico. ¿En qué Dios creo yo? No se trata de saber cómo es Dios, sino cómo me relaciono yo con Dios. Él es la piedra angular en la orientación de mi vida; pero ¿qué Dios?

Lamento decir que no me atrae el Dios del credo: creo en Dios Padre todopoderoso... a la diestra de Dios Padre todopoderoso. Dedica cuatro adjetivos para calificar a Dios, dos veces como todopoderoso, y sólo una como Padre o creador. Tampoco me atrae lo de que premia a los buenos y castiga a los malos, que aprendí de memoria en mi catecismo.

Como dijimos en el post anterior, mi principal referente es Jesús; por consiguiente mi Dios es el Dios de Jesús; pero también dijimos que el conocimiento de Jesús tenía que ser matizado, o actualizado, por los Signos de los Tiempos. Veamos cómo es el Dios de Jesús, qué me dicen los Signos de los Tiempos, y cuál es la síntesis de mi conciencia.

El Dios de Jesús

Todo cristiano sabe que el Dios de Jesús es Padre; el Padre del hijo pródigo y el Padre del padrenuestro. Esta es la gran experiencia mística de Jesús en el Jordán, su principal enseñanza, la imagen indeleble para un cristiano. No necesito insistir en ella, pero es conveniente completarla; actualmente ya lo hacemos diciendo que es Padre-Madre.

El Dios de Jesús no es el Dios de Juan Bautista con el hacha aplicada a la raíz del árbol; es el Dios que le envía para anunciar buena noticia los pobres, la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor. Es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de la Promesa, pero no es Dios de muertos sino de vivos. Jesús no se identificó con Moisés, pero sí alabó la osadía de David al quebrantar la ley del culto para satisfacer el hambre de sus soldados.

Es el Dios de la creación, que envía el sol y la lluvia sobre buenos y malos; que cuida de los pájaros, que embellece los lirios y la hierba del campo; que estableció relaciones de igualdad en el matrimonio –al principio no fue así- alteradas por Moisés por la dureza de vuestros corazones.

Nadie es bueno sino sólo Dios; ni siquiera haría falta que le pidamos nada porque él ya sabe lo que necesitamos y tiene contados hasta los cabellos de nuestra cabeza.

Es el Dios de las noches en oración, el Dios que se oculta a los sabios y poderosos y se revela a los humildes. Es el Dios exigente cuando se trata de defender a sus hijos más débiles: antes de escandalizar a uno de estos pequeños, más le valiera atarse una rueda de molino y arrojarse al mar; tuve hambre y no me diste de comer. El Dios del publicano que no se atreve a levantar los ojos. Es el Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos.

El Dios de Jesús es también el Dios de los paganos, del geraseno, de la mujer sirofenicia, del centurión romano, y del exorcista ajeno al grupo, a los que Jesús alaba por su fe y no les exige cambiar de creencias o de ritos.

Es el Espíritu creador, que sobrevolaba  sobre las aguas primordiales, que inspiró a los profetas, que ungió a Jesús como Mesías en la encarnación y en el Jordán, que le transformó como "rostro humano de Dios", para que quien le ve a él vea al padre.

El Dios de los Signos de los tiempos

Dios se nos ha revelado muchas veces y de muchas maneras adaptándose a la cultura de cada pueblo y a las circunstancias de cada persona. Pablo, ante los griegos, apeló al Dios desconocido que tenía su altar en el areópago.

Nuestro tiempo nos ha traído el signo de la globalización de las comunicaciones, de la relatividad, de la física cuántica, y nos invita a los cristianos a globalizar la fraternidad y a compartir los bienes.

Un signo para nosotros es reconocer al Dios que iluminó a Lao Tse, a Buda, a Mahoma, a los místicos sufíes, a Francisco de Asís, a Nicolás de Cusa, a Ignacio de Loyola, a san Juan de la Cruz, a Gandhi, al Alce Negro, a Rabindranath Tagore, a Luther King, a Simone Weil, a Teilhard de Chardin, a monseñor Romero, al Dios intangible que Einstein intuía más allá de todas las concatenaciones discernibles, al Dios transpersonal que supera la no-dualidad, al Dios, quizás desconocido, del inmigrante que se tiró a las vías del metro para rescatar a un niño, al del Che Guevara, al de Teresa de Calcuta, al de los misioneros que permanecen en medio de las guerras tribales.

Todos ellos han visto el rostro de Dios desde el lugar que ellos ocuparon en su mundo; todos ellos me ayudan a completar el multifacético rostro de Dios.

La síntesis de mi conciencia

Sólo Dios es absoluto, mi idea de Dios es relativa a mi cultura y a mi experiencia. Dios es el misterio; si creo que lo has comprendido, lo he convertido en un ídolo. El Tao que se puede aprehender no es el Tao; si encuentras al Buda, mátalo, porque no es el Buda. Es indecible, porque todos nuestros conceptos son humanos; sólo superando estos conceptos, podemos barruntar lo que es; por analogías, decía santo Tomás. Se percibe mejor a Dios por el amor, por la compasión, por la justicia; con hechos más que con palabras.

Cada interpretación de Dios responde a la experiencia desde la propia cultura. Dios es un inmenso diamante de infinitas caras; yo sólo puedo ver las de este lado, pero anhelo conocer las otras caras, las que se ven desde otras religiones.

Dios es Jesús; en él nos muestra su rostro humano, su amor de entrega hasta la muerte, su preferencia por los más débiles, su confianza a pesar del fracaso, su retorno con nueva vida a la casa del Padre. Su mejor imagen es el buen samaritano.

Dios es Padre-Madre, pero esto es una metáfora; la mejor metáfora. Está simbólicamente en el cielo, pero realmente en todas partes. Y su mejor imagen es la del padre del hijo pródigo.

Dios es Espíritu, sopla donde quiere, está dentro de nuestra alma en su más profundo centro, y está fuera en los elementos dando el ser, en las plantas vegetando, en los animales sensando, en los hombres dando entender. Es inmanente y trascendente, personal e impersonal, es el Medio Divino, es el Uno y el Todo. Su mejor imagen es  viento, oxígeno, energía lúcida.

Mi Dios se me ha mostrado como Padre cercano, y yo formo parte de él  como una tesela del gran mosaico, como una ola en el océano, como una nube en tránsito.

Yo lo contemplo desde abajo, en contrapicado, como oraba el publicano de la parábola.

 

Gonzalo Haya

Read 3213 times
Login to post comments