INSTRUMENTUM LABORIS
Marco Antonio Velásquez UribeLos Desafíos Pastorales de la Familia
en el Contexto de la Evangelización.
Con la publicación del Instrumentun laboris, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos ha cumplido a cabalidad con un trabajo muy complejo, como es sintetizar y sistematizar la enorme diversidad de respuestas dadas a las 39 preguntas del llamado Cuestionario del Papa.
Parte del mérito de la Secretaría General es la rapidez con que han trabajado, así como el rigor por mantener el espíritu de las respuestas, previamente recogidas por las Conferencias Episcopales de todo el mundo. Con esta publicación, la preparación de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos entra en una fase preparatoria decisiva, que concluirá con los Lineamenta.
El documento recoge literalmente la catolicidad de la Iglesia, dando cuenta de elementos comunes, así como de una diversidad de vida sorprendente, según la realidad cultural de los pueblos. Evidencia que el Pueblo de Dios es la expresión de una variedad de pueblos que convergen en torno a una misma Esperanza, el Evangelio.
Deja al descubierto que, en medio del voraz cambio cultural que vive la humanidad, la familia resiente en su función social una verdadera crisis, que para la Iglesia se expresa como una aguda crisis pastoral. En la base de las tensiones que afectan a la familia, resulta esperanzador constatar la relevancia que las personas conceden a este núcleo fundamental de la sociedad.
El Instrumentum laboris muestra el tejido de Dios en la vida de sus hijos e hijas, revelando una pluriformidad de conductas humanas a circunstancias comunes; hay mucho bien en juego.
En este contexto, la vida de la Iglesia aparece tensionada por la contingencia de la vida humana y social, que exige respuestas concretas a una multiplicidad de realidades. Ahí parece radicar el desconcierto pastoral que desafía a la Iglesia, apareciendo una brecha creciente entre la conducta de los hijos e hijas de la Iglesia respecto de un patrón normativo estricto.
En el terreno de la conducta y de las expectativas es donde la Iglesia institucional, como madre y maestra, experimenta un desafío común al de las propias familias representadas por los papás y mamás, que cotidianamente deben asumir como una tarea ineludible la educación y formación de los hijos. Es en ese ámbito donde la experiencia humana de los padres y madres aventaja a la experiencia institucional que representa la compleja maternidad de la Iglesia.
La escuela de la vida enseña a papás y mamás inexpertos que los hijos se educan y forman a costa de buenos ejemplos y de amor incondicional. En ese sustrato, rodeado de seguridades elementales, la personalidad se enriquece de valores. Y como en un proceso continuo, la impronta afectiva en los hijos condiciona su conducta como una experiencia básica de imitación.
Luego, el proceso educativo y formativo se orienta en pos de la confianza, aquella que en última instancia sabe que la conducta adulta es un acto libre y soberano que revela la calidad de la educación y formación realizada en libertad.
Lo que para los papás y mamás resulta elemental, para la santa madre Iglesia parece una tarea compleja. En efecto, el Instrumentum laboris revela un sesgo preocupante: el énfasis diagnóstico y propositivo está puesto en la instrucción como un medio formativo.
De ahí que palabras y conceptos como cursos, itinerario formativo, formación, catequesis sean tan recurridos; mientras otras ideas como libertad, conciencia, ejemplo, modelo y ternura aparezcan disminuidas.
De esta manera, el documento -con total transparencia- revela el influjo ancestral de la cultura griega platónica en la eclesiología católica, reflejando la primacía del saber y del conocer sobre la experiencia, concediendo preponderancia a la supremacía del alma sobre el cuerpo, del intelecto sobre los sentidos, de la razón sobre el corazón o el deber ser sobre la misericordia.
Luego, lo que la Iglesia jerárquica necesita es una nueva conciencia frente a una realidad interpelante, que la desafía a emprender con audacia el urgente camino de la conversión pastoral. Sólo así la Iglesia podrá retomar con más fuerza y coherencia su misión servidora en un mundo anhelante de Dios, comenzando por el servicio a las familias.
Como punto de referencia para una necesaria conversión pastoral, tal vez sería oportuno reconsiderar el valor de aquellas funciones humanas básicas sobre las que se sustenta todo proceso de aprendizaje: "Nihil est in intellectu, quod prius non fuerit in sensu" (nada hay en el intelecto, que primero no estuviera en los sentidos) [Aristóteles].
Marco Antonio Velásquez Uribe
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