PREFACIO

De verdad, Padre bueno, hoy es nuestra fiesta y nuestro corazón está lleno de alegría.

Te agradecemos el amor tan grande que nos tienes que te ha llevado a hacernos libres y hacer para nosotros este mundo inmenso y maravilloso.

Bendito seas, Padre Santo, y bendito sea tu hijo Jesús, el amigo de los niños, de los débiles, y de los pobres.

Es lo que queremos decirte cantándote este himno.

SANTO, SANTO, SANTO...

CANON

A ti, Padre Dios, te damos gracias esta mañana por el pan que nos das cada día que mantiene sano nuestro cuerpo, y por el pan de tu palabra que fortalece nuestro espíritu.

Jesús, tu hijo amado, nos dio el pan en una eucaristía, alimento de nuestra fe, que sella nuestra amistad con él y crea fraternidad con los demás.

Este pan va a ser comido hoy por primera vez por ...

Bendícelos y acepta las promesas que hoy te han hecho de repartir con todos y entre todos.

Te rogamos ahora, Padre nuestro, que nos envíes tu Espíritu para que se haga presente Jesús entre nosotros y sepamos reconocerle en este reparto del pan y del vino, como él nos pidió la víspera de su muerte.

Cuando estando sentado a la mesa con sus amigos, que ya no eran siervos, tomó pan en sus manos, te dio gracias, lo partió y repartió a sus discípulos diciendo: TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Después, tomando una copa de vino, la pasó a sus amigos diciendo: TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL PORQUE ESTE ES EL cáliz de mi sangre, sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados.

Después de la cena, les pidió: Haced esto en mi memoria.

Eso es lo que estamos haciendo, Señor: recordar lo que hiciste la última cena, agradecer tu vida entera y pedirte que nos acompañes ahora y siempre.

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús.

Padre Dios, gracias por habernos dado a Jesús como hermano, gracias por sentirnos ahora tan cerca de Jesús. Él es la causa de nuestra alegría interior y gracias a él hemos encontrado tantos hermanos. Todos juntos y con Jesús celebramos esta fiesta.

En este momento de felicidad queremos acordarnos de nuestros familiares y amigos que ya no están con nosotros. Sabemos que están contigo, porque también en ellos se ha cumplido la palabra de Jesús y participan de nuestra alegría.

Te agradecemos una vez más, Padre Santo, la presencia de Jesús y la fuerza de tu espíritu y todos juntos, en comunidad, te dedicamos con cariño este brindis solemne:

Por Cristo, con él y en él, a ti, Padre Dios, honor y gloria, ahora y siempre. Amén.