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SI CUIDAS, NO ABUSARÁS

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Al recibir las tablas de la Ley y sellar la Alianza con Yahvé, el pueblo, que peregrinaba hacia la Tierra Prometida, consideraba que el arca que albergaba las piedras contenía la “presencia del mismo Dios”.

Cuando David decidió trasladar el arca de la alianza a Jerusalén lo hizo con el propósito de construir un magnífico edificio para albergarla. El Templo de Jerusalén era concebido como la morada donde residía físicamente Yahvé, el Dios de Israel.

Sabemos que el Templo fue arrasado hasta sus cimientos en varias ocasiones; ya no se menciona la presencia del arca de la alianza, tal vez perdida para siempre durante el saqueo babilónico.

Herodes el Grande acometió sobre el 20 a.C. obras de ampliación y embellecimiento del Templo que no habían concluido en el tiempo de Jesús.

Y es en este momento, en el que el evangelio de Juan nos describe la subida de Jesús a Jerusalén.

Al llegar al templo nos presenta un panorama desolador: el templo, centro religioso y símbolo nacional de Israel, convertido en lugar de comercio y explotación.

“Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas instalados, y haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo. –Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios”. (Jn.2: 14, 16)

Me resultaría relativamente fácil hacer un comentario a este pasaje basándome en la simbología del “azote de cuerdas”, en lo que significan las “ovejas” y las “palomas” pero nos quedaríamos en el cambio que realizó Jesús con respecto al Antiguo Testamento.

Ya sabemos que Jesús establece una nueva relación entre Dios y las personas. Ya sabemos que Jesús es el nuevo templo y que a partir de Él no necesitamos intermediarios para nuestra relación con Dios.

También sabemos que los vendedores del templo representan a la jerarquía que explotaba a los pobres con el fraude de lo sagrado y que el dinero se había convertido en el dios del templo en lugar del Padre.

El arca de la Alianza ya no estaba en el templo, se había perdido por tanto el propósito del mismo. El lugar que había sido construido para recordar que Dios permanecía fiel y que el pueblo, que había hecho un compromiso de reciprocidad se había convertido en lugar de negocios, de explotación de los pobres en nombre de Dios.

¿Cómo no iba a enfadar a Jesús un panorama tan desolador como ese? ¿Cómo hubiera podido dejar de pronunciarse antes las autoridades judías, a pesar de estar seguro de que no le entenderían?

¿Son nuestros “templos” hoy lugar de oración, de relación con Dios?

No hace falta remontarnos a los tiempos de Jesús, sino leer algunos de los titulares que aparecen en nuestros periódicos de los últimos meses, me refiero a periódicos religiosos de Estados Unidos y España para pronunciar:

Basta ya de profanar el cuerpo, la mente y el espíritu de tantas mujeres, niñas y niños por parte de aquellos que creen tener  “poder” porque se les ha otorgado un ministerio que era para estar al servicio, no para “servirse de”.

Basta también de tergiversar el mensaje de Jesús por parte de aquellos que considerándose sucesores en la línea de los apóstoles, ni hacen ni dejan hacer: frustrados, amargados por una soledad invivible que cortan las iniciativas, que acallan la voz del Espíritu en ese cuerpo de Cristo que somos todas y todos.

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¿Hasta cuándo vamos a aguantar tanta humillación, tanto dolor, tanta frustración?

“La pasión por tu casa me consumirá”.

No hermanos, no os confundáis, no nos tratéis con condescendencia ni os escudéis en que estos son solo unos pocos casos. Las mujeres en la iglesia sí, reclamamos el diaconado, el sacerdocio, la plena participación en las decisiones que conciernen a la comunidad local como a la comunidad universal; pero lo que realmente reclamamos es que consideréis nuestro cuerpo y por tanto nuestra mente y nuestro espíritu como templo sagrado, como lo hizo Jesús.

Hay algunos hermanos enfermos que abusan sexualmente de mujeres, hombres, niñas y niños, pero el peligro de hacer del poder y del dinero ídolos, está en todos nosotros. También el conformismo “ñoño” de los que miran para otro lado, o que intentan calmar las aguas que esconden su mediocridad y tibieza.

La acción de Jesús descrita en este pasaje es violenta. El enfrentamiento con las autoridades judías no puede ser más dura. Han usurpado el lugar de Dios y se sirven del templo para enriquecerse haciendo uso de un poder que se han otorgado a sí mismos.

-“¿Qué señal nos presentas para hacer estas cosas? Les replicó Jesús:

-Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré.” Jn 2:18-19

“Él se refería al santuario de su cuerpo.” Jn. 2:21

Cuando la verdad molesta lo más fácil es quitar a la persona de en medio. Jesús se está convirtiendo en alguien indeseable.

¿Cuál es la verdadera conversión, la metanoia, el cambio de mente y corazón al que se nos invita en esta cuaresma?

La verdadera alianza ya nos la ha mostrado Jesús dando su vida por la realización del proyecto de Dios desde siempre: hacernos hijxs y hermanxs. Solo hay un camino: Cristo crucificado, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que los hombres; y la debilidad de Dios es más potente que los hombres. (1Cor 1:24-25)

 

Carmen Notario, SFCC

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