LA LIBERTAD “RELIGIOSA”
Jaume Patuel PuigEl título es ambivalente, por eso pongo religiosa entre comillas. No es el objetivo del artículo la religiosidad, pero sí tenerla en consideración por el evento que tuvo lugar hace sesenta años. El 11 de octubre de 1962 fue el inicio del Concilio Vaticano II (CV.II). Fue un acontecimiento, en ese momento, de gran empuje y envergadura en la cultura de cristiandad, a pesar de la crisis que ya existía e iba emergiendo con fuerza. Un evento mundial y con gran eco en aquel momento. Concluyó en diciembre de 1965. Ciertamente, sobre todo a nivel del mundo occidental, las generaciones a partir de los 60 años pueden recordarlo. El concilio se reunió en la basílica de San Pedro de Roma durante cuatro períodos (o sesiones). Y un tiempo muy importante era el de entre sesiones, que daba a la curia y a los grupos minoritarios, la posibilidad de deshacer lo que hacía el Concilio. No pudieron hacerlo del todo, pero se notó en algunos textos y durante el pontificado posterior del jefe de la minoría opuesta: El cardenal polaco Woytila, hoy San Juan Pablo II.
Y por eso hoy ha sido necesario un documento para continuar la labor de cambio o transformación iniciada por el Concilio: Praedicate Evangelium. O reflexionar sobre las últimas frases del mes de junio del Papa Francisco: “El Concilio que más recuerdan algunos pastores es el de Trento. Y no lo digo en broma” y añade: "La restauración ha llegado a tal punto que ha querido amordazar el concilio". "Hay ideas, comportamientos que provienen de una restauración que no aceptó el Concilio". En este encuentro decía también: “Es muy difícil ver una renovación espiritual utilizando esquemas muy anticuados. El problema es precisamente que, en algunos contextos, el Concilio todavía no ha sido aceptado. También es cierto que un concilio tarda un siglo en echar raíces. Por tanto, todavía nos quedan cuarenta años para hacerlo”.
Y este reto se notó y se remarcó en la tensión de la segunda sesión del CV.II (Septiembre-Diciembre de 1963) al presentar el documento “Dignitatis humanae” (La dignidad del ser humano) donde se pide de forma clara y contundente la libertad religiosa. Es decir que se tenía en cuenta todas las demás religiones, como portadoras de libertad o salvación.
Esto, que entonces se veía tan claro, en aquel momento una minoría importante se opuso. Uno de los protagonistas fue el episcopado español con otros obispos. Ponía en juego el “nacional.catolicismo”, un aspecto que todavía sigue predominando, tanto implícita como explícitamente, en la actualidad.
Y esa libertad religiosa no existe actualmente en pleno S.XXI: Los cristianos son perseguidos. Como botón de muestra, cito sólo Nicaragua, Corea del Sur y la indiferencia en la cultura emergente en el mundo occidental y extendida por todo el globo: El paradigma económico.cientifico.tecnócrata.
Pero la cuestión ya no es esa, en mi opinión. El nuevo paradigma utiliza la información o la infocracia para quitar implícitamente la libertad no “religiosa”, sino humana. Ni el derecho a expresarse ni el deber de exponer la verdad se tienen en cuenta. El mundo de los algoritmos o la Inteligencia Artificial o el datismo se imponen como medios de expresión, que tiene como punto de partida los enjambres o núcleos colectivos, no la individualidad, quedándose en las formas superficiales donde los fake news, los puros eventos o la fotografía son la “verdad”. Y la mentira cuanto mayor y más repetitiva es, se convierte en “una” verdad en creer que los poderes visibles políticos la creen o los poderes fácticos profundos la manejan. Cito del diario “Monde Diplomatique”, de septiembre de 2022. Título del artículo: “Un voluptuoso lavado de cerebro”. Y comienza así. “El presidente ucraniano Volodomir Zelenski es el redactor jefe de la mayoría de medios de comunicación occidentales. Sus vídeos diarios marcan la pauta, sobre temas y anatemas los reproducen en las horas siguientes”. Y otros medios que crean opinión y no dan información.
Y más aún, cualquier pensamiento que no esté de acuerdo con el poder de cualquier tipo, se considera no sólo disidente, sino que va contra la ley de prensa... dicho de otra forma: El poder no tiene ética. O como dice el fiscal del film “La conspiración” (2010) al joven abogado: “En tiempos de guerra no hay leyes”. Y fabricar “guerras” (hay de muchos tipos) en la mente de los poderes no es nada difícil. Es necesario mirar a nuestros entornos críticamente.
Si en el CV.II hubo una minoría, que no llegó a imponerse, (en contra del documento 70 votos en contra y 2308 en pro), una realidad posterior histórica va negando la libertad. Y hoy, con el nuevo paradigma, presentándolo como humanizante una minoría está prohibiendo, manipulando y gestionando que la verdad no emerja. Y quienes defienden la verdad se convierten en “disidentes”: muertos, prisioneros, o condenados al silencio. Para poder profundizar, indico el libro último de Byung-Chul, Han: La infocracia (2022). Una grave consecuencia de la digitalización es no sólo la crisis de la democracia, sino la restauración de poderes totalitarios y el retorno a nuevas esclavitudes, fruto de “la libertad en los usos de los dispositivos electrónicos y digitales”.
Nos queda mucho para informarnos, a reflexionar y decidir desde nuestro m2 si queremos ser libres, con la capacidad crítica personal. Una situación delicada y compleja a nivel global.
Jaume Patuel Puig