SIN PERROS
Gerardo VillarHemos conocido rebaños de ovejas, con el pastor al frente. Con su cayado y su zurrón. Y en todo rebaño había varios perros que ayudaban a conducir, controlar y empujar a las ovejas
Esto me recuerda a nuestro “rebaño cristiano”. Hemos funcionado con pastores excelentes, que disfrutaban de muchos apoyos y contaban con el empuje que les daba el ser párrocos en un pueblo con su categoría humana. Tenían la fuerza que ayudaba al ser un mandamiento el ir a misa los domingos y fiestas de guardar. Socialmente eran personas con una dignidad reconocida “Rvdo., Sr. cura, párroco”. Tenían el apoyo económico de la diocesis y la colaboración de los ayuntamientos. Hasta ha habido momentos en que se castigaba con denuncia a los que iban a trabajar el domingo y faltaban a misa, a los que denunciaban. Estaba mal visto el casarse por lo civil… La moral y las costumbres del pueblo se dictaban desde el púlpito.
Esto me hace pensar que esos pastores contaban con muchos perros para conducir su rebaño. Hoy las cosas han cambiado. Se trata nada menos que de pastorear sin perro. Y no es porque hoy los rebaños se empiezan a guiar por un micro dron sino que la comunidad cristiana no tiene esos apoyos externos, sino que depende mucho más de la Fuerza de la Palabra de Dios y del seguimiento voluntario, de la opción personal, del testimonio. Pastorear sin apoyos externos sino con la Fuerza del Espíritu.
Es más. Puede ocurrir a veces que los perros que colaboraban con el pastor, ahora ladran y maltratan a las ovejas. En los pueblos abundan menos los grandes rebaños y quedan pequeños grupos porque además los pastos escasean.
Es una oportunidad preciosa para ofrecer la Buena Noticia de Jesús, que nos ofrece el mejor alimento, que cuida de todos, que nos brinda su Mensaje de Amor gratuito.
He visto a los pastores de hoy suplir cierta soledad con un transistor e ir escuchando lo que ofrece la radio. Nosotros podemos ir con el rebaño, escuchando, viviendo la Presencia, el Mensaje de Jesús.
Y si salen perros que quieren atacar a las ovejas, intentar dialogar, encontrarnos con ellos, ilusionarlos con nuestro Proyecto Salvador.
Y por supuesto, dedicar tiempo a ver dónde se encuentran los mejores pastos, el agua más saludable, la mejor sombra, los mejores libros y medios para conocer más a Jesús. Es lo que en el lenguaje cristiano llamamos “signos de los tiempos”. Descubrirlos y acercarnos a ellos.
Animo a las ovejas, quizás serán menos, pero van a estar muy gordas con el Alimento del Evangelio. Y sin “perros”.
Gerardo Villar