Buscador Avanzado

Autor

Tema

Libro de la biblia

* Cita biblica

Idioma

Fecha de Creación (Inicio - Fin)

-

DOS AUDACES TEÓLOGOS JESUITAS

Rate this item
(16 votes)

Recientemente he leído dos libros de dos teólogos jesuitas, profesores de teología jubilados, audaces (uno más, el otro algo menos) y coincidentes en su propósito de dialogar con nuestra cultura occidental.

Joseph Moingt con su libro El hombre que venía de Dios me abrió a una revisión de la teología; ahora, a sus 102 años, ha escrito El espíritu del cristianismo. Consciente de que se ha roto el diálogo entre creyentes y no creyentes, ha escrito este libro con el deseo de establecer una base común de conceptos y vocabulario para posibilitar este diálogo, sin que los creyentes se sientan cohibidos por temor a traicionar su fe.

Para establecer este terreno común distingue entre el Espíritu del cristianismo y el cristianismo como religión (creencias, preceptos, ritos, jerarquía), porque considera que el rechazo actual se dirige a la religión, no al espíritu del cristianismo, que coincide con lo que Dios ha ido revelando a todo ser humano en su conciencia ya desde sus orígenes; y que él identifica con un humanismo cristiano.

El espíritu del cristianismo se encuentra en “la tradición apostólica” consignada en los escritos del Nuevo Testamento (aunque él se detiene especialmente en Pablo y Juan). El cristianismo como religión se basa en “Las enseñanzas de la Iglesia” y se ha ido desarrollando en la vida y en los escritos de las comunidades esparcidas por Asia y Europa. Su base institucional puede ubicarse en los concilios del siglo IV.

Moingt, a su edad, sigue siendo un teólogo profesional y se extiende con argumentos teológicos para persuadir a los teólogos a dialogar, sin prejuicios ni temores, con los no creyentes. Quizás por eso sitúa el cristianismo como religión después de los escritos del Nuevo Testamento.

Creo que para los no teólogos, el espíritu del cristianismo está en los evangelios sinópticos (ya envueltos en alguna teología), porque los escritos de Pablo y Juan son interpretaciones teológicas que frecuentemente no coinciden con ese terreno común compartido con los no creyentes.

La audacia de Moingt está en esa distinción entre el espíritu del cristianismo y el cristianismo como religión. En el diálogo con los no creyentes, él “prescinde” de la arquitectura de la religión; la respeta pero no la impone como imprescindible.

Creo que indirectamente relativiza la religión, y los lectores que rechazamos toda esa arquitectura, o parte de ella, nos sentimos libres para compartir el espíritu del cristianismo con la revelación que Dios ha impreso en la conciencia de todo ser humano. Un pluralismo religioso que puede incluir a muchos que se consideran no creyentes. Somos sin embargo conscientes de que tanto ellos como nosotros percibiremos esa revelación según la sinceridad de nuestra conciencia: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”.

Dos puntos destacables de este testimonio de Moingt serían: la garantía de que se puede mantener la fe centrándose en “el espíritu del cristianismo” aun prescindiendo de las “enseñanzas” que contradicen los progresos científicos y sociales; y la integración de la salud corporal, social, y planetaria en el concepto cristiano de “salvación”.

Selecciono a continuación algunas expresiones que me parecen más propias para estos tiempos.

“La religión cristiana se muestra estructuralmente incapaz de acoger a las multitudes a las que debe abrirse. La revelación de Dios hecho hombre resulta ininteligible incluso en las regiones en que se había implantado durante mucho tiempo. Su anuncio de salvación exaspera a los hombres de la “posmodernidad” en vez de seducirlos”.

 Lo que debe decirle al mundo nuestro anuncio de la salvación es que la vida eterna está abierta a cualquiera que reproduce el ejemplo que Jesús nos dejó al perdonar a sus enemigos y al amarnos hasta dar su vida por nosotros”.

“San Pablo ya nos prevenía cuando apelaba a que Jesús solamente nos había dado un único mandamiento, el del amor, el único que abre las puertas del cielo a los que les están cerradas las puertas de la Iglesia”.

Sin duda hemos llegado a los tiempos en el que Dios se revela en espíritu y en verdad -despojado de las imágenes de las que lo revestimos, de las prácticas y de las formulaciones impuestas por la religión- “ directamente a nuestro espíritu en su propia y única verdad, a condición de que no nos encerremos en nuestros propios razonamientos sino que le busquemos entrando en comunicación con otras personas, porque es con el espíritu humano como tal, en su generalidad, que Dios se comunica por medio de su propio Espíritu, y que él se revela a cada persona…”

Su libro L’esprit du christianisme no ha sido traducido todavía al castellano, pero puede verse un resumen-comentario en varios artículos que he publicado en www.atrio.org

Roger Lenaers, profesor de teología y asesor de jóvenes en un colegio, al jubilarse pasó unos años como párroco en un pueblecito de los Alpes; en estas experiencias desarrolló su sentido pastoral para dialogar con los no teólogos. Ha escritos cuatro libros muy significativos, que han sido muy bien recibidos por los laicos cristianos que desean la renovación de la Iglesia: Otro cristianismo es posible; Aunque no haya un Dios allá arriba; La fe en el lenguaje de la modernidad; y el último, Jesús ¿una persona como nosotros?

En este último libro, Lenaers afronta directamente, con un lenguaje muy claro, dogmas considerados fundamentales en las enseñanzas de la Iglesia: Jesús no es un “dios descendido del cielo”, “tampoco fue un hijo unigénito de Dios”. Entonces ¿Es Jesús de Nazaret una persona como nosotros? “Sí y no”, como el autor explica en este libro.

Los dos primeros capítulos constatan, como Moingt, la incomprensión mutua entre el cristianismo y la cultura occidental. Se ha estudiado como nunca la figura de Jesús, pero estos estudios no han llegado al pueblo cristiano porque la Jerarquía lo ha impedido. Existe una verdadera dificultad entre ser creyente y vivir en nuestro ambiente. No se puede seguir creyendo en un Dios allá arriba. Se ha pasado de la religión al ateísmo.

Lenaers ya ha tratado algunos de estos temas en otros libros, aquí se propone analizar los evangelios (los sinópticos y Juan) para interpretar su lenguaje mitológico y descubrir la figura de Jesús que quieren transmitirnos. El mito no es una mera ficción, es una narración ficticia que expresa una realidad que no se puede transmitir en conceptos.

En el capítulo tercero trata los mitos, ya bastante conocidos, sobre la Infancia de Jesús, y analiza extensamente el significado del título de Hijo de Dios. En el Antiguo Testamento y en los sinópticos significa que continúa la obra del padre; en Juan se interpreta en forma más racional como el Logos; la fe popular va exaltando cada vez más la figura de Jesús; y finalmente se llega a la definición del concilio de Nicea, que se impone por conveniencia política del emperador Constantino.

El capítulo cuarto desmitologiza la vida pública de Jesús en los sinópticos, con sus exorcismos, curaciones, y acciones sobre la naturaleza; y en el simbolismo de todo el evangelio de Juan. El capítulo quinto analiza la primitiva fórmula de fe sobre Jesús “crucificado, muerto y sepultado”. Lamenta que esta fórmula no haga referencia a la vida de Jesús, que es actualmente el mensaje más importante para un cristiano, y en cambio potencie la teología paulina de la redención ¡mediante la muerte expiatoria del hijo!

El capítulo sexto tiene más importancia porque trata el tema muy controvertido de la resurrección de Jesús, y de nuestra resurrección.

Analiza las escenas de la resurrección, las apariciones, el sepulcro vacío, y el sentido del término “ver” en Pablo. Las comunidades cristianas experimentaron (vieron), la presencia de Jesús en la inexplicable aceptación como Mesías a pesar de su fracaso en la crucifixión. Actualmente el verdadero fundamento de nuestra fe en la resurrección se basa “en nuestro propio ver al Jesús que vive” en nuestras aspiraciones a la justicia y a la compasión.

La mentalidad hebrea concebía la resurrección como una resurrección del cuerpo, la mentalidad griega como una separación del alma, pero la mentalidad moderna la puede entender como “unión con la Realidad Originaria”, con el Amor incondicional que Jesús practicó en su vida;

“Y como cada persona se ha dejado mover por el amor, por poco que sea, cada persona sobrevive a la muerte”. Las expresiones más aptas para expresar la resurrección serían “vida eterna” o “profundidad sin fin”.

“Al decir que Jesús ‘vive’, no se está hablando en el sentido biológico del término, sino en un lenguaje que trata de expresar que Jesús se ha vuelto un solo ser con el fundamento original de toda vida, unión que le hace participar en la eternidad de Dios. Este es un lenguaje de fe basado en una experiencia”.

Esta interpretación de la resurrección explica también la redención: “estando él mismo lleno de la plenitud del amor originario de Dios y movido por él, nos impulsa con su atracción a parecernos a él, nos inspira, nos colma de actitudes como las suyas, hace de nosotros unos hombres y mujeres nuevos y así lleva a cabo paulatinamente la restauración del mundo”.

En el último capítulo vuelve a plantearse la pregunta inicial ¿Es Jesús de Nazaret una persona como nosotros? Responde con el sí y no, que ya hemos anticipado. El sí se comprende bien por todo lo expuesto hasta aquí; ahora explica, en un lenguaje persuasivo, que se diferencia de nosotros por la intensidad con que vivió su unión con el Amor Originario.

Hombre como nosotros, debió haber tenido las mismas necesidades sexuales que nosotros, pero de toda evidencia las manejó de manera diferente al término medio de la humanidad, y no fue dependiente de ellas, sino interiormente libre, con la misma libertad que demostró tener frente al dinero, a las apariencias y a la crítica de sus adversarios”.

La normalidad humana de que se ha hablado no explica la irradiación que salía de Jesús y que los sinópticos relataron pictóricamente en la escena mítica de su transfiguración en el monte. No era, pues, una persona como nosotros”. El caminar sobre las aguas y tantos otros milagros “son imágenes con las que los evangelistas se esforzaban en trasmitir el misterio que se barruntaba en él. Sus palabras y acciones atestiguan una intimidad con el misterio original de Dios… que supera el nivel medio hasta un punto que para nosotros es inalcanzable”.

“La trascendencia humana de Jesús consistía esencialmente en su ser y vivir totalmente para otros, es decir, en su íntima unión con el amor original que es Dios”.

Estas interpretaciones resultarán débiles y muy subjetivas para algunos, pero tengamos en cuenta que la verdad no se descubre solamente con la ciencia y la razón discursiva, que también tienen sus aporías y rectificaciones; lo más importante de nuestra vida se percibe por la “razón sentiente”, por el corazón.

Más confusa resulta su comparación con otras religiones y sus fundadores: “¿Qué quedaría entonces de su unicidad, confesada antes con tanta convicción? ¿Y de la exclusividad de la fe cristiana como camino a la salvación? ¿Es Jesús sólo uno entre muchos y no como se lo proclama en el magnífico himno de la carta a los Colosenses...?”. “La exclusividad del cristianismo como camino a la salvación fue relativizada ya en el Vaticano II”. Y apela al ejemplo de tantos cristianos que se han dedicado a la protección de los más desvalidos. (Ellos son los que están manteniendo el cristianismo como religión. Si ese comportamiento fuera más general, y empezando por la jerarquía, no habría problema).

Concluye el libro con esta expresión de su fe:

“La experiencia de enriquecimiento humano y de plenitud que hace el cristiano al seguir este camino es suficiente para resolver cualquier duda respecto a si es o no correcto. Es la experiencia de haber elegido la mejor parte y de no tener que preocuparse por buscar otro camino ni esperar la venida de otro salvador… ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”.

Su libro “Jesús ¿una persona como nosotros?” ha sido publicado en castellano, con un acertado Prólogo, por la editorial Abya Yala, y en España por Bubok; puede adquirirse libremente en versión digital en www.edicionesfeadulta.com

 

Gonzalo Haya

Read 3356 times
Login to post comments