No faltan jóvenes en la Iglesia aunque algunos quieran justificar su propia abulia espiritual afirmando lo contrario. El otro día nos reunimos alrededor de la Mesa y la mesa los que a día de hoy formamos parte del grupo de jóvenes de la Parroquia de San Francisco de Borja, un grupo de jóvenes adultos vinculado a la obra de la Compañía de Jesús en Madrid. Nos reuníamos para celebrar con alegría lo que nos une, o mejor Quién lo hace; nuestra amistad para con Él que es lo que ha hecho nacer, de donde brota y se alimenta la amistad que une a unos cuántos jóvenes procedentes de lugares y ámbitos distintos. Y lo hacíamos alrededor del altar, compartiendo el pan y la alegría y la luz de la juventud también de noche.

Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt.18, 20). Algunos están desde el principio, cuando en el año 2005 – 2006 empezaron las reuniones semanales alrededor de un tema relacionado con la fe o la experiencia cristiana, debidamente acompañados por un padre Jesuita. Otros, llegaron después con la Misión Joven; y a otros los atrajo quien ahora acompaña el grupo. Nos trajo un amigo, la curiosidad, la sed de Dios o las ganas de conocer a más jóvenes con ganas de comprometerse con el Evangelio. Pero lo particular es que al final fuimos llegando (y seguirán haciéndolo) jóvenes de entre 20 y 35 años de distintos ámbitos y lugares con una sola cosa en común: las ganas de encontrarnos con el Señor y de acercarnos más a él y el deseo de vivir comunitariamente y de compartir la alegría que trae consigo la Buena Noticia de conocer a un Dios enamorado de nuestra pequeñez.

Nos reunimos cada martes, a última hora de la tarde. Compartimos un rato de oración tranquilo y después el trabajo, las experiencias y los frutos de la oración diaria de cada uno a lo largo de la semana siguiendo el itinerario y temas propuestos por Sal Terrae (Profundización en la experiencia de Dios.- EE de Primera Semana). Lo preparamos entre todos, turnándonos o por parejas, tirando unos de otros cuando alguno se siente más alejado o tibio. Porque podemos alejarnos, podemos intentar ignorar a Dios toda la semana y dejarnos arrastrar por la inercia del mundo en que vivimos... pero volver a encontrarnos cada martes es como volver "a casa" y reencontrar lo que realmente es importante para nosotros, parar en medio de nuestra vorágine de ocupaciones y nuestro mar de ruidos y hacer espacio al silencio que ayuda a que todo eso se ordene priorizando lo que realmente es importante.

Muchos de nosotros también participamos de la "misa para jóvenes" que se celebra los domingos a las 21h en la parroquia. Colaboramos con las lecturas y junto con más jóvenes, animamos la Eucaristía con cantos e instrumentos de manera que sea para todos nosotros y las más de 800 personas que acuden semanalmente a este Encuentro, una celebración verdaderamente llena de gozo y alegría.

Hacemos tiempo para el Señor y para compartir la alegría de su Buena Noticia cada semana y no somos "bichos raros". Venid y veréis (Jn 1, 39) porque estamos abiertos a acoger a todo aquél que quiera unirse y comprobarlo. Jóvenes normales y corrientes que también disfrutan, juntos, de su juventud y conviven, pasan el rato, van al cine y salen de fiesta... pero recargan sus pilas semanalmente en el Señor para poder irradiar su Luz en su vida cotidiana allí donde vayan y estén.