El primer domingo de Cuaresma se dedica a recordar las tentaciones de Jesús. Es un relato programático, para que el lector del evangelio sepa desde el primer momento cómo orienta Jesús su actividad y los peligros que corre en ella.
El ego va buscando, por encima de todo, de manera manifiesta o sutil, consciente o inconsciente, reconocimiento.