Diría que muy a menudo siento mi corazón endurecido. Sea por miedo, por defensa, por comodidad, pero duro y frío. Me asusta abrirlo, me asusta sufrir, me asusta que “sentir” me comprometa y me complique la vida… pero ¿es Vida si no? Pido a Dios no endurecer mi corazón, y si lo hago, que Él sea constante, como el agua, el viento o el sol, que alisan, avivan y moldean las rocas. Pido que me haga a su modo y que mi corazón de piedra, sea de esas piedras que hablarán si otros callan.

(No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá. S. 95:8)
(Os digo, si éstos callan, hablarán las piedras Lc. 19:40)

Presentación de Lenin V. Cárdenas

Presentación de Asunción P. N.

Señor Tú eres el agua de la Vida
moldea mi corazón de piedra fría
como talla la roca la lluvia en su caída
gota a gota, grieta a grieta, día a día

Señor, Tú el aliento que me anima
moldea mi corazón de piedra fría
como esculpe cada roca la ventisca
soplo a soplo, viento a viento, día a día

Señor, Tú eres la luz que me ilumina
calienta mi corazón de piedra fría
agua, luz y aliento en roca dando vida
rayo a rayo, sol y sombra, día a día

Señor, Tú eres la voz que siempre guía
dale voz a mi corazón de piedra fría
que se alce moldeada, fuerte y viva
cuando las piedras griten que eres Vida

Salomé Arricibita

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