Hermanas, hermanos,

¡Bienvenidos a la LUZ del Señor!

¡Demos la bienvenida a su LUZ

ofrecida, dispuesta, renovada en una noche como esta;

la NOCHE inundada por el DÍA; la NOCHE DÍA.

Aquella NOCHE DÍA no sólo fue; aquella NOCHE DÍA es.

Es esta noche.

Es este día.

¡Hermanas, hermanos!

¡Cristo resucitó! ¡Cristo resucita!

¡Que la alegría, la alegría pascual, sea profundamente real!

no una máscara,

no un acto de obediencia litúrgica.

Cierto. Sin desierto no hay paraíso,

ni noche sin día,

ni claridad sin oscuridad,

ni aciertos sin fracasos,

ni avances sin crisis...

No deseamos, no buscamos, el desierto, ni la noche,

ni la oscuridad, ni los fracasos, ni las crisis...

pero se cruzan en nuestro camino,

nos los fabrican,

los fabricamos.

Estamos inmersos en profundas crisis, en profunda oscuridad...

y a pesar de ello

nos reivindicamos y

reivindicamos la alegría pascual.

¡Cristo resucitó! ¡Cristo resucita! y por Él y en Él sabemos,

nos decimos y decimos

que el desierto, la noche, los fracasos, las crisis...

no tienen la última palabra.

Asumimos con dolor y rebeldía los casi ya tres años de crisis

y sus consecuencias:

las economías del estado y de Catalunya se tambalean,

los recortes en prestaciones sociales van en aumento,

el paro afecta al 20 % de la población

y entre los jóvenes menores de 25 años al 45 %,

la 1/4 parte de Catalunya está en el límite de la pobreza...

Asumimos con dolor y rebeldía

la desafección política, sindical, social, religiosa...

a la que nos hemos abocado

y nos han abocado nuestros dirigentes.

Asumimos con dolor y rebeldía

la falta de sensibilidad, de compasión

que hemos generado como cultura

Asumimos con dolor y rebeldía

la desolación y muerte, efectos de las catástrofes naturales

en Japón, en Haití...

Asumimos con dolor y rebeldía

la desolación y muerte, efectos de comportamientos humanos:

guerras, terrorismo, violaciones...

Asumimos con dolor y rebeldía...

Asumimos sí, y nos decimos que el dolor eterno no existe

que en Cristo, la vida dolorida se convierte en alegría eterna.

Asumimos sí,

y nos decimos que la rebeldía no sólo es protesta

ni decoración de la injusticia:

nos decimos que en Cristo,

la rebeldía es ACCIÓN PASCUAL hacia la PASCUA,

hacia la fusión de la noche en DÍA,

hacia la conversión del desierto en PARAÍSO.

No somos PASCUA pero caminamos hacia ella,

el Cristo nos es el camino, nos la ha inaugurado.

Hermanas, hermanos

¡Vivamos la alegría de la gesta pascual!

¡El Cristo Jesús ha resucitado!

¡Vivamos el agradecimiento de su amor: ¡NOS HA HECHO PASCUA!

La creación entera, la historia, la humanidad...

¡camina hacia la PASCUA!