ISAÍAS 35, 1-6
El desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrarán el páramo y la estepa,
florecerá como flor de narciso,
se alegrará con gozo y alegría.
Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y
del Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de
nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles, robusteced las
rodillas vacilantes,
decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no
temáis.
Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite;
viene en persona, resarcirá y os salvará.
Se despegarán los ojos del ciego,
los oídos del sordo se abrirán,
saltará como un ciervo el cojo,
la lengua del mudo cantará.
Y volverán los rescatados del Señor,
vendrán a Sión con cánticos;
en cabeza, alegría perpetua;
siguiéndolos, gozo y alegría.
Pena y aflicción se alejarán.
Es un poema de ilusión y de esperanza, un acto de
fe, en tiempos muy difíciles, cantando el final de
los males, el triunfo final de los que sigan fieles
al Señor.
Es uno de los temas preferidos de Israel: salir de
la esclavitud para ir a la patria. Esta fue La
Epopeya Fundacional de Israel, narrada en el Libro
del Éxodo. Ahora el pueblo está pasando momentos
desastrosos: sus enemigos le acosan por todas
partes, va a ir al destierro de Babilonia, pero todo
eso pasará, y volverá a la Tierra, a Jerusalén, y
volverá a ser El Pueblo del Señor.
Se muestra la fe en la nueva liberación, por el
poder del Señor. La liberación se viste con toda
clase de imágenes de alegría, de salud. Son los
signos de la presencia de Dios libertador: la
fecundidad de la tierra, la curación de las
enfermedades, la alegría del Pueblo.
SANTIAGO 5, 7-10
Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del
Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso
de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y
tardía.
Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes,
porque la venida del Señor está cerca. No os
quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser
condenados. Mirad que el Juez está ya a la puerta.
Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de
paciencia, a los profetas, que hablaron en nombre
del Señor.
Esta "carta" es un escrito probablemente tardío
(finales del s.I).
Su atribución a Santiago es también oscura; hay por
lo menos tres "Santiagos" en el NT: los dos
apóstoles y el llamado "hermano del Señor", que es,
probablemente, el jefe de los judío-cristianos de
Jerusalén. La atribución de este escrito a alguno de
ellos es imprecisa, aunque parece más razonable
atribuirlo al tercero.
La carta es más bien un libro sapiencial, al estilo
de los Libros de Sabiduría del AT., escrito desde la
fe en Jesús.
El texto que leemos hoy recoge también la imagen de
la cosecha: hay que tener paciencia, dentro de la
certeza: esto es como los ciclos del clima: en
invierno, parece que no hay vida, pero vendrá la
primavera, vendrá el verano, habrá cosecha. Viene el
Señor, aunque esta vida parece ocultarlo. Sed
fuertes, aguantad en esperanza.