LECTURAS   

                             
                              

                            

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LECTURAS

 

Domingo 33 del Tiempo Ordinario

 

Malaquías  4, 1-2

 

Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir - dice el Señor de los ejércitos -y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi Nombre los iluminará un sol de justicia, que lleva la salud en las alas.

 

 

El libro es anónimo (Malaquías significa simplemente "el mensajero"), y parece que debe fecharse hacia el año 450 a. C, antes de la reforma de Esdras y Nehemías.

 

El pueblo ha vuelto del destierro, pero la situación es lamentable, el nuevo Templo es sumamente pobre, y el pueblo está desanimado y sin ningún espíritu. El libro recoge la predicación profética destinada a levantar la moral del pueblo, proclamando de nuevo el amor de Dios y amenazando  a los que obran mal ante el Señor. 

 

La última parte (de donde se toma el texto que hoy leemos) recoge parte de las enseñanzas anteriores en la imagen del juicio terrible de Dios, también con la intención de exhortar al pueblo a seguir fieles a la Ley. El libro termina así:

 

Recordad la Ley de Moisés, mi siervo,

los preceptos y mandatos para todo Israel

que yo le encomendé en el Monte Horeb.

Y yo os enviaré al Profeta Elías,

antes que llegue el día del Señor, grande y terrible:

reconciliará los padres con los hijos,

los hijos con los padres,

y así no vendré yo a exterminar la tierra.

 

En nuestro texto, la expresión "sol de justicia" no significa lo mismo que en la actualidad (un sol que achicharra), sino un sol en que resplandece la santidad. Es una imagen del triunfo de la santidad de Dios.

 

 

 

2 Tesalonicenses  3, 7-12

 

Hermanos : Ya sabéis cómo tenéis que imitar mi ejemplo: no viví entre vosotros sin trabajar, nadie me dio de balde el pan que comí, sino que trabajé y me cansé día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviera derecho para hacerlo, pero quise daros un ejemplo que imitar. Cuando viví con vosotros os lo dije: el que no trabaja, que no coma. Porque me he enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a ésos les digo y les recomiendo, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.

 

 

Sabemos ya que el asunto fundamental de la carta es dejar clara la doctrina de Pablo sobre el final de los tiempos, la Parusía, insistiendo en que no es algo inminente; son ridiculizados aquellos que se negaban a trabajar con el pretexto de que el final estaba a las puertas. Pablo se pone como ejemplo: él mismo ha trabajado siempre con sus manos para ganarse el pan y no ser gravoso a sus comunidades.

 

  

 

José Enrique Galarreta, S.J.