AMÓS
8, 4-7
Escuchad esto, los que oprimís al pobre, despojáis a
los miserables diciendo: ¿Cuándo pasará la luna
nueva, para vender el trigo, y el sábado para
ofrecer el grano?
Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis
balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre,
al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta
el salvado del trigo.
Jura el Señor por la gloria de Jacob, que no olvidará
jamás vuestras acciones.
Amós vive hacia el año 750. Nació en Tecua, a unos
veinte Kilómetros de Jerusalén, pero ejerció su
ministerio en el reino del Norte. No formó parte de
ninguna comunidad profética (su oficio era granjero,
o quizá pastor); es un profeta por inspiración
divina, no por profesión.
Es contemporáneo de Oseas y ejerce su ministerio en
tiempos de prosperidad (Reinado de Jeroboán II) pero
también de gran corrupción, tanto religiosa
(idolatría) como social-moral (abusos de los ricos).
La denuncia de los ricos explotadores de los pobres
es uno de los temas fuertes de su predicación (y en
esto se parece también a Oseas, aunque en éste el
tema es menos tratado).
El texto que hoy leemos está atraído este domingo
por las trampas del administrador infiel,
"protagonista" de la parábola del evangelio de
Lucas. (El mayor o menor acierto de esta atracción
sería buena materia de comentario).
TIMOTEO 2, 1-8
Te ruego pues, lo primero de todo, que hagáis
oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias
por todos los hombres, por los reyes y por todos los
que están en el mando, para que podamos llevar una
vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro.
Eso es bueno y grato a los ojos de nuestro Salvador,
Dios, que quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad.
Pues Dios es uno y uno solo es el mediador entre
Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se
entregó en rescate por todos: éste es el testimonio
en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como
anunciador y apóstol - digo la verdad, no miento -
maestro de los paganos en fe y verdad.
Encargo a los hombres que recen en cualquier lugar
alzando las manos limpias de ira y divisiones.
Seguimos con la lectura continua de esta carta, que
empezamos el domingo pasado. Una de las
preocupaciones de la carta es dictar normas
concretas para la vida de la comunidad, y en la
primera parte de este fragmento vemos algunas de
ellas, destinadas a la oración por los gobernantes.
Después se hace un párrafo doctrinal, mostrando a
Jesús como mediador ("el hombre Cristo Jesús, que se
entregó en rescate por todos").
El párrafo justifica en algún modo la oración por
los gobernantes, que no son cristianos, por la
voluntad de Dios "que quiere que todos los hombres
se salven", y por la mediación universal de Jesús, e
incluso por la misión del mismo Pablo, que se vuelve
a definir como anunciador de la fe a los paganos.
Como casi siempre, no hay conexión entre este texto
y los otros dos.