ZACARÍAS 12,
10-11
y 13, 1
Derramaré sobre la dinastía de David
y sobre los habitantes de Jerusalén
un espíritu de gracia y de clemencia.
Me mirarán a mí a quien traspasaron,
harán llanto como por el hijo único,
y llorarán como se llora a un primogénito.
Aquel día será grande el luto de Jerusalén,
como el luto de Hadad Rimmón
en el valle de Meguido.
Zacarías es un libro que consta de dos partes. La
primera (caps 1-9), de Zacarías, fechada hacia el
año 520-519, está preocupada por la reconstrucción
del Templo y por perspectivas de salvación
mesiánica.
La segunda (caps 9-14) es un conjunto bastante
heterogéneo de finales del siglo IV, en que se
encuentran pasajes mesiánicos importantes porque
aparece la figura del Mesías humilde y sencillo,
"traspasado"... que armonizan con la figura de
Cristo y son citados en el N.T. (Mateo 21; 26; 27.
Marcos 14. Juan 19)
Estas "prefiguraciones" de Jesús las encuentra la
iglesia "a posteriori". Los judíos eran muy
aficionados a comprobar que "se cumple la
Escritura". A nosotros nos parece quizá que la
Escritura es tan rica, tan variada y tan
contradictoria que podemos encontrar en ella
"anuncios" de casi cualquier hecho.
De todas formas, ha sido una lectura tradicional de
la Iglesia interpretar así el momento en que a Jesús
le atraviesan el costado con una lanza, siguiendo la
interpretación de Juan: "mirarán al que
traspasaron".
GÁLATAS 3,
26-29
Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo por el
bautismo, os habéis revestido de Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles,
esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos
sois uno en Cristo Jesús.
Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán,
y herederos de la promesa.
Contiene un largo alegato sobre la Ley y la Fe. Se
presenta la Ley de Moisés como un pedagogo que cuida
de los fieles mientras son niños. Pero la llegada de
Jesús nos ha hecho Hijos, ya no estamos bajo la Ley.
Todo esto viene a propósito de la eterna disputa con
los judaizantes que pretendían que los cristianos se
sometieran a la Ley judaica y a la circuncisión,
propaganda que había llegado a los Gálatas.
Para nosotros, esta polémica sobre la Ley de Moisés
y la Buena Noticia de Jesús ha perdido el
significado y la importancia que tuvo para la
primera iglesia, pero mantiene otro significado más
profundo: la diferencia del Espíritu de Jesús con la
religiosidad del Antiguo Testamento, que no pocas
veces es la que aún nosotros profesamos.
En el contexto del fragmento que hoy leemos hay
algunas otras expresiones de Pablo muy conocidas,
que incluimos aquí para poder meditarlas. Sería una
estupenda oración leer estos párrafos, muy despacio,
saboreándolos.
La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama:
¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino
hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de
Dios.
(Ga 4:1-7)
Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues,
firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el
yugo de la esclavitud.
(Ga 5:1)
Porque, hermanos, habéis sido llamados a la
libertad; sólo que no toméis de esa libertad
pretexto para la carne; antes al contrario, servíos
por amor los unos a los otros. Pues toda la ley
alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a
tu prójimo como a ti mismo.
(Ga 5:13 14)
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría,
paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, dominio de sí. Contra tales cosas no
hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han
crucificado la carne con sus pasiones y sus
apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos
también según el Espíritu.
(Ga 5:22 25)