PROVERBIOS 8 , 22‑31
Esto dice la Sabiduría de Dios:
«Yahveh me creó, primicia de su camino,
antes que sus obras más antiguas.
Desde la eternidad fui fundada,
desde el principio, antes que la tierra.
Cuando no existían los abismos fui engendrada,
cuando no había fuentes cargadas de agua.
Antes que los montes fuesen asentados,
antes que las colinas, fui engendrada.
No había hecho aún la tierra ni los campos,
ni el polvo primordial del orbe.
Cuando asentó los cielos, allí estaba yo,
cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo,
cuando arriba condensó las nubes,
cuando afianzó las fuentes del abismo,
cuando al mar dio su precepto
‑ y las aguas no rebasarán su orilla ‑
cuando asentó los cimientos de la tierra,
yo estaba allí, como arquitecto,
y era yo todos los días su delicia,
jugando en su presencia en todo tiempo,
jugando por el orbe de su tierra;
y mis delicias están con los hijos de los hombres.»
Israel entiende a Dios como Sabiduría, y convierte
la Sabiduría de Dios en un personaje que está con
Dios desde el principio, antes de que nada haya sido
creado. Esta sabiduría personificada admira a Israel
por sus obras maravillosas (el mar, el firmamento,
la bola de la tierra...).
No podemos entender esto como una "Persona divina",
sino como una "personificación" de una cualidad
divina. De la misma manera se habla en muchas
ocasiones de "el ángel de Yahvé" y otras imágenes
semejantes.
Interpretaciones semejantes darán lugar (quizá con
una conexión causal discutible) a doctrinas más o
menos emanacionistas, que interponen entre Dios y la
humanidad a otros personajes (el Logos, por
ejemplo).
Debemos tener cuidado y no admitir sin más como
Revelación, Palabra de Dios, las palabras humanas
que intentan, quizá solamente desde la razón,
interpretar a la divinidad.
ROMANOS 5, 1‑5
Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra
justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro
Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido también,
mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual
nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios.
Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación engendra la paciencia;
la paciencia, virtud probada; la virtud probada,
esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos ha sido dado.
El texto encuentra su lugar hoy por la cita expresa
del Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo. Esta cita
se da a propósito del tema de la justificación, pero
este tema no es el protagonista de esta lectura en
el contexto de hoy.
Nos interesa especialmente la formulación: El amor
de Dios - por medio de nuestro Señor Jesucristo -
porque se nos ha dado el Espíritu.
Nos encontramos por tanto ante otra formulación
Trinitaria de las primeras comunidades (el texto
puede datarse hacia el 57-58), y muestra la
intuición trinitaria presente ya en los escritos más
antiguos del NT.