LECTURAS
VIGILIA Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN (C)
Las lecturas normales de la
Eucaristía del domingo se aumentan considerablemente en
la Vigilia. Se trataba de llenar la noche con lecturas y
oraciones. De todo esto han quedado siete lecturas, de
las cuales se suelen hacer solamente tres.
Son lecturas de la Creación
(Génesis,1 y 2), el Sacrificio de Abrahán (Génesis,22),
el paso del mar Rojo (Exodo, 14-15), como recuerdo de
las obras de liberación de Dios por su pueblo. Después
hay cuatro lecturas de los profetas (dos de Isaías, una
de Baruc y otra de Ezequiel), que presentan todos la
misma idea, Dios Salvador, en muchos símbolos y
formulaciones diferentes.
Recogemos solamente la segunda de
Isaías, como muestra del espíritu de todas ellas.
PRIMERA
LECTURA:
Del Libro del Génesis: “EL SUEÑO DE DIOS”
Una interpretación religiosa del origen de todo ser: se
usa la ciencia de la época – tan imperfecta – para
explicar “el sentido de todas las cosas”, y, sobre todo,
el sentido del ser humano.
“Dios creó al ser humano a su imagen
a su propia imagen lo creó,
varón y hembra los creó ...”
Dios es la fuente de la vida. Toda vida viene de Dios.
Él es el que lanza la aventura de los humanos, para que
vivan y se multipliquen y lleguen a ser plenamente
humanos, como imágenes, como hijos de Dios.
SEGUNDA
LECTURA:
Del Libro del Éxodo: “CON DIOS, LA LIBERTAD”
Los hebreos se escaparon de Egipto “de milagro”. Cuando
fueron celebrando el aniversario de aquella noche
terrible, en que estuvieron a punto de perecer,
celebraron sobre todo “La mano poderosa de Dios, que les
sacó de la esclavitud y les llevó por el desierto camino
de la Patria”
“Yo soy el Señor tu Dios,
el que te sacó de la esclavitud de Egipto.
No tendrás otro Dios”
Sin Dios, esclavitud: esclavos del mundo, del pecado, de
la muerte, de la vulgaridad… Con Dios podemos caminar:
venceremos al mar, a la noche, a los ejércitos enemigos…
Con Dios, podemos.
TERCERA LECTURA
Del Profeta Isaías: “DIOS, FUENTE DE VIDA”
Un himno, exaltado, brillante, inspirado. Un hombre que
vivió hace dos mil cuatrocientos años entendía ya muy
bien a Dios. En sus palabras parece que estamos oyendo
al mismo Jesús.
¡Oh, todos los sedientos, id por
agua, y los que no tenéis plata, venid, comprad y comed,
sin plata, y sin pagar, vino y leche!
¿Por qué gastar plata en lo que no
es pan, y vuestro jornal en lo que no sacia? Hacedme
caso y comed cosa buena, y disfrutaréis con algo
sustancioso….
Como descienden la lluvia y la
nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan
la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé
simiente al sembrador y pan para comer, así será mi
palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de
vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya
cumplido aquello a que la envié.
Como la lluvia, gratuita, fecunda, abundante, que hace
verde el desierto, refresca, limpia…. Ése es Dios. Mira
la vida normal: es desierto, no vale gran cosa, no es
fecunda, aburre… Pon a Dios en medio… ¡es como una
fuente en el desierto!
(Y DIJO JESÚS:
“El que tenga sed, que venga a mí y beba:
le nacerá dentro una fuente de agua viva”)
Todas estas lecturas son, por
tanto, una magnífica invitación a la vida, a la
abundancia, a la luz, a la fecundidad, fundadas en la
Palabra de Dios, que riega constantemente, que se
siembra para nuestro alimento, que nos eleva de los
planteamientos de tierra a los del Espíritu.
En esta lectura se resumen los
conceptos de las demás: Dios creador de la vida,
salvador del diluvio del pecado, libertador de la
esclavitud de Egipto, convertido en luz y agua y semilla
de vida: se reúnen aquí todos los símbolos de la
resurrección, la plenitud de la vida ofrecida por Dios.
ROMANOS 6, 3‑11
¿O es que ignoráis que cuantos
fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en
su muerte?
Fuimos, pues, con él sepultados por
el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que
Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de
la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una
vida nueva….
Y si hemos muerto con Cristo,
creemos que también viviremos con él… Así también
vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos
para Dios en Cristo Jesús.
Pablo introduce aquí un nuevo
lenguaje, para las mismas ideas: sepultados con Cristo,
muertos al mundo, lo que fuimos, pecadores, ha sido
crucificado... somos ya otra cosa, una criatura nueva,
resucitada.
El Bautismo es el sacramento de
todo eso. Y la última frase, como resumen de lo que
celebramos:
"Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y
vivos para Dios en Cristo Jesús. "
Se nos muestra que esto no es sólo
una celebración de algo que sucedió, sino de algo que
sucede, porque esa es nuestra vida, caminar por la vida,
cada día, así; resucitar cada día a la vida nueva de
Jesús.
Como muchos textos de Pablo, es una teología que nos
resulta complicada, porque usa muchos símbolos y va
cambiando su significado de un párrafo a otro. Pero el
mensaje básico es claro. El pecado es muerte: Jesús es
Vida.
Jesús resucitado es el Viviente por excelencia, libre de
muerte y de pecado. Nosotros, por el bautismo, nos
unimos a Él, queremos vivir una vida libre de pecado,
una vida nueva. Y ésta es verdadera vida, libre de
oscuridad, más fuerte y más definitiva.
Es un texto que tiene mucho de himno, de profesión
entusiasmada de la fe en Jesús.