LECTURAS
Domingo 6º del Tiempo ordinario
JEREMÍAS 17, 5-18
Así dice el Señor:
Maldito quien confía en el hombre
y en la carne busca su fuerza
apartando su corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa,
no verá llegar el bien;
habitará la aridez del desierto,
tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor
y pone en el Señor su confianza;
será un árbol plantado junto al agua
que junto a la corriente echa raíces.
Cuando llegue el estío no lo sentirá,
su hoja estará verde.
El año de sequía no se inquieta,
ni deja de dar fruto.
Está tomado de una parte del libro en que se recogen
varios "oráculos sueltos", dentro de la mentalidad
global del Profeta. Jeremías se pasa la vida entera
proclamando ante todo el pueblo que sólo la confianza en
Dios les salvará de los enemigos.
Más allá de este sentido directo, el texto expone en
bellas imágenes la fe de Israel en Dios como guía de la
vida. El texto es profundo, porque incluye el sentido de
"fiarse de Dios". Hacer la vida según Dios, fiándose de
Él, que no nos defraudará.
Israel tuvo la tentación de pensar que esto sería
visible, que el justo viviría vida larga y
satisfactoria, que al pecador le iría mal... Y uno de
los temas presentes en todo el Antiguo Testamento es la
crisis de fe provocada por la evidencia de que esto no
es así. Es un tema frecuente en los salmos.
I CORINTIOS 15, 12-20
Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos,
¿cómo es que decía alguno que los muertos no resucitan?
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y
si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido,
seguís con vuestros pecados; y los que murieron con
Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo
acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos, el
primero de todos.
Seguimos con la lectura continua de esta carta, por lo
que el tema de esta segunda lectura no está conectado
con las otras dos. Se presenta el eje de la fe cristiana
en Jesús resucitado. De todas formas, encaja en la misma
línea de interpretación: "si solamente para esta vida
tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los
más dignos de lástima entre todos los hombres”. Nuestro
modo de vivir se deriva de nuestra confianza en Jesús.
Es, también, fiarse de Él.
Pablo lo expresa muy bien en aquella expresión: "Sé de
quién me he fiado" (2 Tim.1,12). Nuestro modo de vivir
se apoya en nuestra fe en Jesucristo. Si no es por esta
fe, nuestro modo de vivir es absurdo, parece contradecir
el "sentido común" de muchas personas.
José
Enrique Galarreta, S.J.