LECTURAS
Domingo 4º del Tiempo ordinario
JEREMÍAS 1, 4-19
En los días del rey Josías, recibí esta palabra del
Señor:
"Antes de formarte en el vientre, te escogí,
antes de que salieras del seno materno, te consagré.
Te nombré profeta de los gentiles.
Tú, cíñete la cintura, ponte en pie y diles lo que Yo te
mando.
No les tengas miedo, que, si no, yo te meteré miedo de
ellos.
Mira, yo te convierto hoy en plaza fuerte
en columna de hierro, en muralla de bronce frente a todo
el país;
frente a los reyes y a los príncipes de Judá.
frente a los sacerdotes y la gente del campo.
Lucharán contra ti, pero no te podrán,.
porque yo estoy contigo para librarte.
Oráculo del Señor.
Se trata del principio del libro. Es "la vocación del
Profeta". Jeremías es el caso más espectacular del
"profeta a la fuerza". Hombre de natural bondadoso, se
ve obligado por la Palabra de Dios a pronunciarse
violentamente contra las maldades del pueblo y de sus
jefes, a anunciarles el desastre final a manos de los
reyes de Babilonia. Por esto, será rechazado, tenido por
enemigo del estado, perseguido, torturado. Su relación
con Dios es profunda, personal, íntima, lo que le da una
tremenda fortaleza en tantas adversidades.
CORINTIOS 12, 31
y
13,
1-13
Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a enseñar
un camino mejor. Ya podría yo hablar las lenguas de los
hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o unos platillos que aturden.
Ya podría tener el don de la predicción y conocer todos
los secretos y todo el saber; podría tener fe como para
mover montañas; si no tengo amor no soy nada. Podría
repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme
quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene
envidia, el amor no presume ni se engríe, no es mal
educado ni egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del
mal, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites,
cree sin límites.
El amor no pasa nunca. ¿El don de predicar? Se acabará.
¿El don de lenguas? Enmudecerá. ¿El saber? Se acabará.
Porque inmaduro es nuestro saber e inmaduro nuestro
predicar. Pero cuando venga la madurez. lo inmaduro se
acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, razonaba como
un niño. Cuando me hice hombre acabé con las cosas de
niño. Ahora vemos como en un espejo de adivinar;
entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora
inmaduro; entonces podré conocer como Dios me conoce.
En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor:
estas tres. La más grande es el amor.
Es uno de los párrafos más famosos de san Pablo. En los
domingos anteriores hemos visto cómo, a propósito de las
disensiones entre los Corintios y de lo mal que
celebraban la Eucaristía, Pablo hablaba de la unidad de
todo el cuerpo, y de la función de cada uno para todo el
cuerpo. En el párrafo de hoy llega a la cumbre de esta
exposición: hay un carisma básico, el amor; éste sí que
es el carisma de todos, sin el cual todos los demás no
tienen valor alguno.
Diferenciamos dos niveles claros en esta exposición: en
primer lugar, la descripción del amor, sus
características, por otra parte, tan lograda; pero,
sobre todo, la teología del amor, que enlaza este texto
con las cartas de Juan: se trata de que el amor es la
realidad definitiva, la que explica la creación, la
liberación... la que explica a Dios, la que quedará para
siempre, cuando todo lo provisional haya terminado.
En la Iglesia hemos aplicado este texto al amor humano,
al matrimonio... y está muy bien. Pero es apasionante
aplicarlo a Dios: recitar esa descripción del amor -
comprensivo, servicial, que no se irrita, no lleva
cuentas del mal, que disculpa sin límites, cree sin
límites- al amor que nuestro Padre nos tiene.
José
Enrique Galarreta, S.J.