LECTURAS
El bautismo de Jesús
ISAÍAS 40, 1-5 y 9-11
Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios
Hablad al corazón de Jerusalén, gritadle:
que
se ha cumplido su servicio
y
está pagado su crimen,
pues
de la mano del Señor ha recibido
doble
paga por sus pecados.
Una
voz grita:
en el
desierto, preparad un camino al Señor…
allanad en la estepa
una
calzada para vuestro Dios.:
que
los valles se levanten, que los montes y lasa colinas se
abajen
Que
lo torcido se enderece
Y lo
escabroso se iguale.
Se
revelará la gloria del Señor
Y la
verán todos los hombres juntos
-ha
hablado la boca del Señor -.
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión,
alza
fuerte la voz, heraldo de Jerusalén.
álzala, no temas,
di a
las ciudades de Judá: “aquí está vuestro Dios”.
Mirad, viene Él con su salario
y su
recompensa le precede .
Como
un pastor apacienta su rebaño,
su
brazo lo reúne
toma
en brazos a los corderos
y
hace recostar a las madres.
A partir del capítulo 40 y hasta el 56, la profecía que
llamamos de Isaías recibe el nombre de “Deuteroisaías“
o “Libro de la consolación”, obra probablemente de un
profeta del siglo VIII, durante el destierro en
Babilonia.
Sigue teniendo gran belleza literaria, pero además es
más avanzado teológicamente: su monoteísmo es más
definido y se muestra una religiosidad más universal.
La obra se concibe como un segundo Éxodo, anuncio del
regreso a la Tierra, a través del desierto, como un
canto de esperanza y de consuelo para los desterrados.
Los tres Sinópticos utilizan sus palabras como
presentación del Bautista, presentándolo así como
cumplimiento de esta profecía.
TITO 2, 11-14 y 3, 4-7
Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación a
todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la
impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde
ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando
la dicha que esperamos: la aparición gloriosa de Dios y
de nuestro Señor Jesucristo.
Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda
maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado
a las buenas obras.
Cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro salvador,
y su amor al hombre, no por las obras de justicia que
hayamos hecho nosotros, sino que según su propia
misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo
nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo;
Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de
Jesucristo, nuestro Salvador.
Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza,
herederos de la vida eterna.
Las cartas a Timoteo y la carta a Tito suelen llamarse
“Pastorales”, porque su contenido es menos teológico y
atiende más al cuidado de las comunidades.
Escritas probablemente por un discípulo de Pablo, aunque
puestas en boca de éste. Tito era da familia pagana, fue
colaborador estrecho de Pablo, fue su legado en Corinto
y rigió la Iglesia de Chipre. El fragmento de hoy
fundamenta la vida cristiana en la fe en Jesús,
aparición de la gracia de Dios e invitación a una vida
nueva.
José
Enrique Galarreta, S.J.