JOB 7, 1-7
¿No es una milicia lo que hace el hombre en la
tierra?
¿no son jornadas de mercenario sus jornadas?
Como esclavo que suspira por la sombra,
o como jornalero que espera su salario,
así meses de desencanto son mi herencia,
y mi suerte noches de dolor.
Al acostarme, digo: «¿Cuándo llegará el día?»
Al levantarme: «¿Cuándo será de noche?»,
y hasta el crepúsculo ahíto estoy de sobresaltos.
Mi carne está cubierta de gusanos y de costras
terrosas,
mi piel se agrieta y supura.
Mis días han sido más raudos que la lanzadera,
han desaparecido al acabarse el hilo.
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no volverán a ver la dicha.
Se trata de un libro "sapiencial". Los libros
sapienciales, como sabemos, desarrollan la
"Sabiduría de Israel", extraída siempre de La Ley o
Los Profetas.
Así,
·
Los Proverbios
·
El Libro de la Sabiduría de Salomón
·
El Eclesiastés (Qohelet)
·
El Eclesiástico (Sirácida)
Hay también en el Antiguo Testamento otros libros
Sapienciales, pero bajo formas literarias
diferentes: así, Jonás, Esther, Judith, Tobías y
otros.
A primera vista parecen libros históricos o
proféticos, pero eso no es más que la envoltura
literaria. Se ha inventado una historia (o se ha
aprovechado un suceso famoso) para hacer una
reflexión sobre temas diversos derivados de la
Escritura.
El libro de Job es obra de un autor anónimo, que
vivió después del destierro, y en él se advierte la
influencia de los salmos y de los profetas Jeremías
y Ezequiel. El libro presenta a un personaje justo,
piadoso y "por tanto" bendecido por Dios con
gran prosperidad material, que es "tentado por el
demonio" con pobreza y enfermedades.
Casi todo el libro es un diálogo de Job con unos
amigos, que defienden la tesis tradicional de que,
si le ocurren desgracias es porque ha pecado contra
Dios. Job defiende su inocencia, no sabe explicar
por qué le ocurren los males, no comprende por qué
Dios le trata así.
El texto de este domingo es una maravilla: es la
expresión más profunda y desgarrada del hombre que
lo ha perdido todo, para el que la vida no es más
que una carga, y no puede explicárselo, y se lamenta
amargamente. El mal es una terrible prueba para el
creyente.
Esto plantea el más profundo problema de la
condición humana: el problema del mal, del dolor, el
sufrimiento, el pecado, el desconocimiento de Dios,
muy especialmente, el dolor de los inocentes.
Tradicionalmente, Israel ha entendido el mal como
castigo por el pecado, sea del que sufre el mal o
incluso de sus padres. En el Libro de Job se
abandona por primera vez esta concepción.
La solución al problema del mal que da el autor es
primitiva y radical: Dios habla a Job al final y se
niega a dar explicaciones: "¿Quién eres tú para
pedir explicaciones al Creador?"
Pero el libro ha planteado el fondo del problema: no
podemos explicarnos el mal, pero necesitamos alguna
explicación. Lo necesitamos, porque somos
inteligentes: Dios nos dio la necesidad de entender,
entender la Naturaleza y entender el ser humano. Y
cuando no entendemos, nos rebelamos.
Todos los intentos de explicar el origen del mal, el
origen del pecado, de explicar por qué hay mal si el
Creador es Dios, han fracasado. El mismo brillante
intento del libro del Génesis -el relato de "El
Pecado Original"- no llega más que a plantear el
problema, pero no da ninguna solución.
Y así, sólo queda la solución de Job: "¿Quién eres
tú para pedir cuentas a Dios?". Pero esto es
sumisión, no explicación, y tampoco nos quedamos
conformes.
De todas formas, el libro de Job sigue siendo una
joya del AT, que hay que leer entero y despacio;
libro singularmente "moderno", provocativo, no apto
para conformistas. Al leerlo se siente uno
interpelado, obligado a tomar partido.
1 CORINTIOS 9, 16-23
Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de
gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay
de mí si no predicara el Evangelio…!
Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el
Evangelio entregándolo gratuitamente, renunciando al
derecho que me confiere el Evangelio.
Efectivamente, siendo libre de todos, me he hecho
esclavo de todos para ganar a los más que pueda… Me
he hecho todo a todos para salvar a toda costa a
algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio, para
ser partícipe del mismo.
Está, como siempre, completamente desvinculado de
los otros dos. Pablo "alardea" de haberse "hecho
todo a todos" para predicar el evangelio. Lo más
hermoso sin duda es la afirmación de que el premio
por predicar el evangelio es precisamente predicar
el evangelio, y gratuitamente. Sin embargo, aunque
el texto
no tiene una relación directa con el tema planteado
por las otras lecturas, sí tiene frases que se
inscriben en el mismo contexto.
Predicar el Evangelio es una misión: la misión de
Pablo es predicarlo como un predicador ambulante. La
misión de todo cristiano es ante todo predicarlo
haciéndolo presente con sus obras, con su manera de
ser y de actuar. El modo de evangelizar es hacerse
esclavo de todos.
Esto es una metáfora de aquellos tiempos. La imagen
viene del Lavatorio de los pies. Es la postura del
cristiano ante los demás: servir, "hacerse todo a
todos". Y no porque nos guste vivir así, ni por
conseguir un premio: el premio es vivir como Hijo,
participar del Evangelio. Es la Misión, meterse en
lo de Jesús, "estar en las cosas de mi Padre".