ISAÍAS 22, 19-23
Así dice el Señor a Sobna, mayordomo de palacio:
Te empujaré de tu peana y de tu pedestal te apearé.
Aquel día llamaré a mi siervo Elyaquim, hijo de
Jilquías. Le revestiré de tu túnica, con tu fajín le
sujetaré, tu autoridad pondré en su mano, y será él
un padre para los habitantes de Jerusalén y para la
casa de Judá. Pondré la llave de la casa de David
sobre su hombro; abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y
nadie abrirá. Le hincaré como clavija en lugar
seguro, y será trono de gloria para la casa de su
padre.
Es un oráculo de Isaías incluido en otros varios de
amenazas contra gentes diversas.
En tiempos del asirio Senaquerib, que amenaza con
destruir la nación, el profeta se lamenta de la
ceguera del pueblo, prevé su destino desastroso, y
deja abierta una puerta a la esperanza de una
salvación futura.
A partir del cap. 22, los oráculos se vuelven contra
Jerusalén, y aquí en concreto contra el mayordomo
real. El personaje que le va a sustituir se ha
entendido como una figura más del Mesías -de las
muchas que aparecen en Isaías- y su poder se
simboliza en varias imágenes, la túnica, la banda,
las llaves, signos externos de su rango.
ROMANOS 11, 33-35
¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la
ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios
e inescrutables sus caminos!
En efecto, ¿quién conoció el pensamiento de Señor? O
¿quién fue su consejero? O ¿quién le dio primero que
tenga derecho a la recompensa?
Porque de él, por él y para él son todas las cosas.
¡A él la gloria por los siglos! Amén.
Es una doxología, o un breve himno, provocado por
los versículos anteriores del texto, que tratan de
la salvación de los paganos y la de los judíos.
Pablo ve que los judíos han rechazado a Jesús, y
esto ha sido ocasión para el anuncio de la Buena
Noticia a los paganos. Cuando éstos acepten la Buena
Noticia, también Israel creerá.
Esta "economía divina" es la que hace que Pablo
entone este himno.