ISAÍAS 56, 1-7
Así dice Yahveh:
Velad por la equidad y practicad la justicia, que mi
salvación está para llegar y mi justicia para
manifestarse.
Dichoso el mortal que tal haga, el hombre que
persevere en ello, guardándose de profanar el
sábado, guardando su mano de hacer nada malo.
Que el extranjero que se adhiera a Yahveh, no diga:
«¡De cierto que Yahveh me separará de su pueblo!» No
diga el eunuco: «Soy un árbol seco». Pues así dice
Yahveh:
Respecto a los eunucos que guardan mis sábados y
eligen aquello que me agrada y se mantienen firmes
en mi alianza, yo he de darles en mi Casa y en mis
muros monumento y nombre mejor que hijos e hijas;
nombre eterno les daré que no será borrado.
En cuanto a los extranjeros adheridos a Yahveh para
su ministerio, para amar el nombre de Yahveh, y para
ser sus siervos, a todo aquel que guarda el sábado
sin profanarle y a los que se mantienen firmes en mi
alianza, yo les traeré a mi monte santo y les
alegraré en mi Casa de oración. Sus holocaustos y
sacrificios serán gratos sobre mi altar. Porque mi
Casa será llamada Casa de oración para todos los
pueblos.
Es una exhortación a la justicia, a la santidad de
vida, dirigida expresamente a Israel sin exclusión
de extranjeros, eunucos... Es un texto
universalista, aunque teñido del nacionalismo de
Israel.
"Mi casa será llamada Casa de Oración para todos
los pueblos" significa un paso adelante en el
exclusivismo inicial de Israel, pero muestra que
Israel sigue creyéndose el centro del mundo. Esta
misma frase es citada por Jesús como justificación
de su acción violenta en el Templo, cuando expulsó
de él a los mercaderes.
ROMANOS 11, 13-15 y 29-32
Os digo, pues, a vosotros, los
gentiles: Por ser yo verdaderamente apóstol de los
gentiles, hago honor a mi ministerio, pero es con la
esperanza de despertar celos en los de mi raza y
salvar a alguno de ellos.
Porque si su reprobación ha
sido la reconciliación del mundo ¿qué será su
readmisión sino una resurrección de entre los
muertos?
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, antes rebeldes a Dios, a través de la
rebeldía de ellos habéis obtenido misericordia; lo
mismo ellos: son ahora rebeldes para, a través de
esa misericordia que habéis obtenido vosotros,
obtener a su vez misericordia.
Porque Dios encerró a todos en la rebeldía, para
tener misericordia de todos.
El judío Pablo lamenta la suerte de su pueblo, que
ha rechazado a Jesús. Pablo siente la vocación de
anunciar el Evangelio a los paganos, y comprueba una
y otra vez el rechazo de las comunidades judías.
Pero le duele la ceguera de su pueblo y expresa aquí
su deseo y su confianza de que un día reconocerán a
Jesús.