REYES 3, 5-12
El Señor se apareció a Salomón en sueños por la
noche. Dijo Dios: "Pídeme lo que quieras que te
dé". Salomón dijo:
...Concede, pues, a tu siervo, un corazón que
entienda para juzgar a tu pueblo, para discernir
entre el bien y el mal...
Agradó a los ojos del Señor esta súplica de Salomón,
y le dijo Dios:
"Porque has pedido esto y, en vez de
pedir para ti larga vida, riquezas, o la muerte de
tus enemigos, has pedido discerni-miento para saber
juzgar, cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e
inteligente como no lo hubo antes de ti ni lo habrá
después."
El primer libro de los reyes cuenta la historia del
reino desde la muerte de David hasta el año 852,
incluyendo varios temas importantes entre los que
destacan el reinado de Salomón, la división del
reino (Israel al Norte y Judá al Sur) a la muerte de
Salomón, y el llamado "ciclo de Elías", en que se
cuentan los hechos del famoso profeta.
El fragmento de hoy presenta a Salomón al comienzo
de su reinado, pidiendo a Dios Sabiduría,
prefiriéndola a todos los bienes, como el más
precioso de los tesoros.
ROMANOS 8, 28-30
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve
para el bien; a los que ha llamado conforme a su
designio. A los que había escogido, Dios los
predestinó a ser imagen de su Hijo para que él fuera
el primogénito de muchos hermanos. A los que
predestinó, los llamó, a los que llamó, los
justificó, a los que justificó, los glorificó.
Dentro de la riquísima temática de la carta, Pablo
habla hoy del cuidado de Dios por nosotros, de su
proyecto de que los humanos seamos hijos a la imagen
de su Hijo Jesús, al que llama "el primogénito", el
primero de a humanidad nueva.
Tenemos el peligro de entender la palabra
“predestinó” en el sentido luterano: unos
predestinados a la salvación y otros predestinados a
la condenación eterna. No significa eso. Significa
más bien “llamada” y no tiene nada que ver con la
privación de libertad sino al revés: Dios llama,
cuenta con nosotros para la misión, para el Reino.
Por ahí vamos mejor.
Por otra parte, resulta inútil meterse en los líos
de palabras que se monta Pablo, que no sirven más
que para oscurecer el mensaje, tan limpio y llano,
de Jesús.