LECTURAS
Domingo
14 tiempo ordinario
ZACARÍAS 9, 9-10
¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija
de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y
victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino,
cría de asna.
El suprimirá los cuernos de Efraím y los caballos de
Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él
proclamará la paz a las naciones. Su dominio irá de mar
a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra.
Zacarías parece ser un profeta que anima y exhorta al
pueblo durante la penosa época de la reconstrucción del
Templo, después del destierro, en torno al año 518. En
la segunda parte de su libro, de la que están tomados
los versos que hoy leemos, presta mucha atención a la
acción divina, en un tiempo de escasa actividad
profética.
Los versos de hoy son un anuncio mesiánico importante.
Se desecha la imagen del mesías davídico para
sustituirla por un rey pacífico y humilde, en el que ha
visto la Iglesia una prefiguración de Jesús. Este mismo
texto será utilizado expresamente por el evangelio de
Mateo, presentando a Jesús como Mesías no davídico en la
entrada triunfal en Jerusalén. (Mt. 21)
ROMANOS 8, 9-13
Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu,
ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no
tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; mas si
Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya
a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la
justicia.
Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre
los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a
Cristo de entre los muertos dará también la vida a
vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en
vosotros.
Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne
para vivir según la carne, pues, si vivís según la
carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir
las obras del cuerpo, viviréis.
El fragmento de hoy exhorta a una "vida en el espíritu",
contrapuesto a "la carne". Cuando Pablo habla de "la
carne" se refiere a algo semejante a "el mundo" del
evangelio y las cartas de Juan. No se trata del cuerpo
físico, la materia, sino de las tendencias infrahumanas,
enemigas de "el espíritu", que no es el alma platónica,
sino "el espíritu de Dios", la gracia, el impulso divino
humanizador y salvador.
La terminología de Pablo (cuerpo, carne, espíritu, vida,
muerte...) son fuertemente simbólicas y no hay que caer
en el error de entenderlas como nos suenan en nuestro
contexto cultural actual.
José
Enrique Galarreta, S.J.