Evidentemente, estos textos nos ofrecen la
oportunidad de reflexionar sobre la progresiva
revelación de Dios. El encuentro con Dios, salvación
del hombre, se hace de manera "encarnada". Los
israelitas "van conociendo a Dios", hasta llegar a
Jesús, plena revelación de "Abbá". Pero esto nos
permite otra reflexión, que es importante para la
maduración de nuestra cultura religiosa.
ÉXODO 34, 4-9
Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le
había mandado el Señor, llevando en la mano las dos
tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se
quedó con él allí. Y Moisés pronunció el Nombre del
Señor. El Señor pasó ante él proclamando:
- Señor, Señor, Dios compasivo
y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia
y lealtad.
Moisés al momento se inclinó y se echó por tierra. Y
le dijo:
- Si he hallado tu favor, que mi Señor venga con
nosotros, aunque este es un pueblo de cerviz dura;
perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como
heredad tuya.
Uno de los pasajes más inspirados del libro. Moisés
no es sólo un gran jefe y un gran legislador. Es un
místico profundo, que halla su inspiración y su
fuerza en su contacto con Dios. Conoce a Dios; este
conocimiento se expresa bien en este texto. Dios
"baja", "se queda con él", aunque oculto en la Nube.
Dios se define como "compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia y lealtad".
Israel será "su heredad", aunque sea un pueblo muy
rebelde.
Se muestra pues en este texto un bello resumen de la
fe Israel, magnífica, muy superior a muchas otras
manifestaciones religiosas contemporáneas... y
todavía incompleta. No es nuestra fe, es sólo su
prehistoria.
SEGUNDA CORINTIOS 13, 11-13
Alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos,
tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del
amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos
mutuamente con el beso santo.
Os saludan todos los fieles. La gracia de nuestro
Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del
Espíritu Santo esté siempre con vosotros.
Se trae a las lecturas de esta fiesta por la
formulación:
"La gracia de nuestro Señor
Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del
Espíritu Santo esté siempre con vosotros",
tan claramente trinitaria, que la usamos en nuestra
celebración de la eucaristía como saludo inicial.