Domingo 5º Cuaresma ciclo A
LECTURAS
EZEQUIEL 37, 12-14
Esto dice el Señor:
Yo mismo abriré vuestros sepulcros
y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío,
y os traeré a la tierra de Israel.
Y cuando abra vuestros sepulcros
y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío,
sabréis que soy el Señor:
os infundiré mi espíritu y viviréis;
os colocaré en vuestra tierra
y sabréis que Yo el Señor lo digo y lo hago.
Oráculo del Señor.
Ezequiel es un sacerdote, compañero del profeta
Jeremías, que anuncia al pueblo el castigo de Dios por
su infidelidad. Cuando Jerusalén es conquistada y
destruida por Nabucodonosor, (año 598) Ezequiel es
deportado a Babilonia. Vive desterrado en Babilonia y
profetiza allí, anunciando al pueblo su "resurrección",
es decir, el regreso del destierro.
Debemos recordar que estas imágenes son más
sorprendentes aún teniendo en cuenta que el pueblo de
Israel no cree aún en la vida después de la muerte, y
que por tanto las imágenes de la resurrección les
resultan en extremo expresivas.
En el texto se presenta además el espíritu, que se
infunde a los cuerpos para que sean vivientes. Es un
claro paralelo con la creación del ser humano en el
capítulo segundo del Génesis, cuando Dios sopla en las
narices del hombre su propio aliento, y así el hombre
resulta un ser viviente.
ROMANOS 8, 8-11
Hermanos: los que están en la carne no pueden agradar a
Dios. Pero vosotros no estáis
en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu
Santo habita en vosotros. El que no tiene el espíritu de
Cristo, no es de Cristo.
Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el
pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Si el
espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos
a Cristo vivificará también vuestros cuerpos mortales,
por el mismo espíritu que habita en vosotros.
Es un texto clásico de Pablo, en que se subraya la
oposición entre "la carne" y "el espíritu". La carne es
la vida sin Dios, el Espíritu es lo que da verdadera
vida al ser humano, que, sin él, no es más que carne, y
su fin es la corrupción.
El cuerpo se toma como sinónimo de la carne, del hombre
sin espíritu. Y se presenta la resurrección de Jesús
como modelo de nuestra propia resurrección.
Dios es el que da la vida, la vida material orgánica,
pero, sobre ella, La Vida del Espíritu.
José
Enrique Galarreta, S.J.