LECTURAS
Domingo 22 del
tiempo ordinario
DEUTERONOMIO 4, 1-2 y 6-8
Habló Moisés al pueblo diciendo:
Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os
mando cumplir. Así, viviréis y entraréis a tomar
posesión de la tierra que el Señor Dios de vuestros
padres os va a dar.
No añadáis nada a lo que os mando, ni suprimáis nada;
así cumpliréis los preceptos del Señor, nuestro Dios,
que os mando hoy. Guardadlos y cumplidlos porque ellos
son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos
de los pueblos, que cuando tengan noticia de todos ellos
dirán: cierto que esta gran nación es un pueblo sabio,
es inteligente.
Y en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los
dioses tan cerca como lo está El Señor Dios de nosotros
siempre que lo invocamos? Y ¿cuál es la gran nación
cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta
ley que hoy os doy?
Los tres primeros capítulos del Deuteronomio son una
introducción histórica en la que se pone en labios de
Moisés el resumen de la historia del pueblo desde el
Horeb hasta el momento en que se encuentran, a la
entrada de Canaán.
Sirven para mostrar la importancia de permanecer fieles
a la ley del Señor, que va a ser nuevamente promulgada a
partir del capítulo 4º. Los versos que hoy leemos son el
principio de ese capítulo 4º: antes de promulgar la Ley
se hace una exhortación a su cumplimiento y "a no
cambiar nada" de la misma.
El argumento básico desarrollado en este capítulo 4º
consiste en mostrar los grandes prodigios que el Señor
ha hecho por su pueblo, el terrible peligro de
desaparición que se deriva de la infidelidad a Dios, y
termina así:
"Guarda los mandatos y preceptos que te daré hoy; así os
irá bien a ti y a los hijos que te sucedan y prolongarás
la vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar
para siempre".
Todos estos textos muestran la enorme importancia que el
pueblo daba a La Ley. Su cumplimiento, por parte de “los
santos” del pueblo, los fariseos, era, por eso,
sumamente estricto, aunque no pocas veces se centraba en
una observancia meticulosa, de detalle, olvidada del
espíritu profundo de la Ley (la justicia, la
misericordia, la fidelidad, como les recordó Jesús)
Pero en el texto hay bastantes cosas que hacen pensar.
1.- Un autor dice que Moisés dice que Dios dice... Y
luego otros dicen que todo esto es Palabra de Dios.
Seamos serios, antes de tragarnos sin más que eso es
Palabra de Dios. El origen de todos los fundamentalismos
está en esta cadena. Si escucha usted a alguien decir:
“Dios me ha dicho”, prepárese a correr.
2.- Cumplid mi ley y os regalaré una tierra, una tierra
que es de otros. Un autor dice que Dios dice que les
regala la tierra. Nuestro dios a favor de nosotros y
contra otros.
Terrible mensaje de todo el A.T. Dios mata egipcios para
nosotros, Dios extermina cananeos para nosotros, Dios
nos manda exterminar... Y servir a Dios tiene un premio
en este mundo, un premio de posesión y poder contra
otros. Si esto se parece algo a lo de Jesús, que me lo
expliquen.
3.- No cambiéis nada. Pero Jesús es noticia, novedad,
conversión. Estar abierto a la Palabra, que siempre
pedirá cambiar, a las personas y a la Institución. Estar
dispuesto a cambiar, asignatura pendiente de una Iglesia
instalada en lo de siempre, porque conviene a su status,
a su seguridad y a la tranquilidad de “su” tierra
prometida. ¿Contra quiénes?
4.- Y el orgullo del pueblo. Dios nos hace grandes. La
Iglesia es como una gran nación privilegiada por un Dios
parcial, a favor de ella y contra sus enemigos.
¿Tiene todo esto algo que ver con el evangelio? ¿Una vez
más leeremos toda esta sarta de atrocidades y exigiremos
al pueblo que lo reconozca como “Palabra de Dios? ¿Otra
vez tendremos que rebuscar en la Biblia algún texto que
no contradiga a Jesús?
SANTIAGO 1, 17-18, 21b-22 y 27
Todo beneficio y todo bien perfecto viene de arriba, del
Padre de los Astros, en el cual no hay fases ni períodos
de sombra.
Por propia iniciativa, con la Palabra de la Verdad, nos
engendró, para que seamos como la primicia de sus
criaturas. Aceptad dócilmente la Palabra que ha sido
plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica
y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros
mismos.
La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre
es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones
y no mancharse las manos con este mundo.
Durante cinco domingos haremos una lectura continua de
esta carta, que antes se dató como el más antiguo de los
escritos del NT (hacia el 49) y ahora se estima escrita
a finales del siglo. Se atribuyó también su autoría a
Santiago "el hermano del Señor", personaje importante de
la comunidad de Jerusalén, aunque hoy se tiende más bien
a considerar el nombre como un seudónimo.
Su género literario, más que carta, parece sapiencial,
en la línea de los Libros de Sabiduría del AT, sin
unidad ni plan de conjunto, como una serie de máximas
que desarrollan varios aspectos de la religiosidad de
los cristianos (fe/obras, regeneración por la palabra,
la ley de la libertad...)
En conexión con los otros textos de este domingo llama
la atención cómo sigue este texto la línea de Jesús en
lo que se refiere a llevar a la práctica la palabra y
concebir la religión como servicio a los necesitados. Y
encontramos al final una receta definitiva, entroncada
con las parábolas del samaritano y del juicio final: