Jesús le contestó: -Voy yo a curarlo.
La réplica del centurión.
Señor, yo no soy quién para que entres bajo mi
techo,
pero basta una palabra tuya para que mi criado
se cure.
Mt 8:8
Le dijo un letrado.
Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
Mt 8:19
Los discípulos despertaron a Jesús gritándole.
¡Sálvanos, Señor, que perecemos!
Mt 8:25
Un personaje se puso a suplicarle.
Mi hija acaba de morir; pero ven tú, aplícale tu
mano y vivirá.
Mt 9:18
Exclamó Jesús.
Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque,
si has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos,
se las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido
eso bien.
Mt 11:25
Pedro empezó a hundirse y gritó.
¡Sálvame, Señor!
Mt 14:30
Los de la barca se postraron ante él.
Realmente eres Hijo de Dios.
Mt 14:33
La mujer cananea le suplicaba.
Señor, Hijo de David, ten compasión de mí.
¡Socórreme, Señor!
Mt 15:22-25
Simón Pedro tomó la palabra.
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Mt 16:16
Se le acercó un hombre y le dijo de rodillas.
Señor, ten compasión de mi hijo,
que tiene epilepsia y sufre terriblemente:
muchas veces se cae en el fuego y otras muchas
en el agua.
Mt 17:15
Le dijo el jovencito.
Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno
para conseguir vida definitiva?
Mt 19:16
Al pasar dos ciegos le piden a gritos.
Ten compasión de nosotros, Hijo de David.
Mt 20:30
Jesús les dijo: ¿Qué queréis que haga por
vosotros?
Mt 20:32
Los ciegos le contestaron.
Señor, que se nos abran los ojos.
Mt 20:33
La gente que iban delante y detrás gritaban.
¡Viva el Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Sálvanos desde lo alto!
Mt 21:8
Le enviaron a sus discípulos y le dijeron.
Maestro, sabemos que eres sincero
y que enseñas el camino de Dios con verdad;
además, no te importa de nadie,
porque tú no miras lo que la gente sea.
Mt 22:16
Había recibido cinco talentos y le presentó
otros cinco.
Señor, cinco talentos me dejaste;
mira, he ganado otros cinco.
Mt 25:20
La promesa de Pedro y los demás discípulos.
Aunque tenga que morir contigo, jamás renegaré
de ti.
Mt 26:35
Cayó rostro en tierra y se puso a orar.
Padre mío, si es posible, que se aleje de mí ese
trago.
Sin embargo, no se haga lo que yo quiero,
sino lo que quieres tú.
Mt 26:39
Oró por segunda vez.
Padre mío, si no es posible que yo deje de
pasarlo,
realícese tu designio.
Mt 26:42
Gritó Jesús muy fuerte.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Mt 27:46