Introducción
al Evangelio de MARCOS
Recordemos que Marcos es el evangelio más antiguo y el
creador del género literario evangelio; y que
escribe para paganos convertidos de Roma, que desconocen
el judaísmo; por lo cual suele explicar las costumbres
judías, como en 7,3-4.
Es una comunidad de gente pobre y marginada, dominada
por dos sentimientos opuestos:
·
Están expuestos a la persecución, con dificultades para
aceptar la cruz, tanto para seguir a Jesús como para
proseguir su causa.
·
A la vez, viven un cristianismo entusiasta, una fe de
exaltación, agarrados al Cristo glorioso y triunfante,
con riesgo de olvidar la dura realidad. (Nos recuerdan a
los ‘entusiastas’ de Corinto, que crearon problemas a
Pablo, a quienes éste escribió páginas sublimes).
Por ello, Marcos nos presenta a un Jesús entusiasta y
conflictivo al mismo tiempo.
El capítulo primero está lleno de un entusiasmo
desbordante; pero el conflicto se anuncia al final del
mismo y estalla en todo el capítulo segundo hasta
culminar en la decisión de matarlo.
Ese conflicto se manifiesta en muchos otros momentos
antes de la pasión.
Y se concentra justo en medio del evangelio (8,27-38); y
esa vez con sus discípulos, que quisieran el triunfo sin
cruz -en un mundo dominado por los poderes del mal-; y
además un triunfo sociopolítico más que el triunfo de
Dios.
Como en la propia comunidad de Roma, donde les costaba
ver que la misión no la iban a realizar sin la oposición
de aquel mundo. O como en el nuestro, donde tampoco
vamos a realizar la misión de Jesús sin la persecución
–roja o blanca- de los poderes dominantes y opresores.
Entre las dos opciones que le ofrece el judaísmo de su
tiempo, la sacerdotal y la profética, Jesús, desde sus
mismas raíces, elige la segunda.
·
La sacerdotal era la línea de la pureza legal y ritual.
·
La profética, la línea de la alianza de Dios con su
pueblo y del Reino de Dios, reino de libertad y
justicia.
Por eso, el Jesús de Marcos hace poco caso de
purificaciones y las normas legales; y hasta puede
responder con dureza cuando se las recuerdan, como en
7,6-7.
Así, dentro del misterio que rodea a todo el relato, el
Jesús de Marcos es muy humano, sin ventajas sobre
nosotros, con limitaciones; un Jesús crítico y libre,
que se mueve en el clima de renovación religiosa de Juan
Bautista, aunque distante de él por la misericordia y
también por la acción, mientras el Bautista es solamente
un maestro que enseña.
Es un Jesús liberador: de los demonios, de las
enfermedades y de la ley (ver 1,21-34), que choca con
las autoridades religiosas y civiles (ver 3,1-7-a), y
huye de vez en cuando.
Pero en medio de los conflictos aparece -en los
discípulos y en El mismo- el entusiasmo de vivir algo
totalmente nuevo, sin límites, alegre, como una fiesta
de bodas (ver 2,18-22).
Este gran relato de Marcos está muy bien estructurado en
tres grandes partes:
a) Acción de Jesús por el Reino de Dios (1.14 a 8,26).
b) Cambio de línea, dedicación preferente a los
discípulos (9,2 a 10,45).
c) Jerusalén: enfrentamiento con el Poder y condena
(11,1 a 15,47)
A ellas se suman tres pasajes complementarios, breves,
pero muy importantes:
a) Prólogo y raíces de Jesús (1,1-14).
b) La crisis de Galilea, crisis con sus discípulos y
kerigma (8,27 a 9,1).
c) Desenlace, Resurrección y vuelta a Galilea, a
recomenzar la causa de Jesús. (16,1-8).
El relato de Marcos termina ahí, como si quedara cortado
y le faltara el final, queriendo quizás indicarnos que
Jesús empezó el evangelio (ver 1,1) y que nos toca
continuarlo a nosotros.
Posteriormente le añadieron un apéndice (16,9-20), que
no es de Marcos (esto se sabía desde que se lo
añadieron, hacia el siglo II) pero que es canónico,
reconocido por la Iglesia.
Tres episodios especiales vertebran esa magnífica
estructura, mostrándonos la estrecha relación de Jesús
con el Padre, relación entusiasta y oscura al mismo
tiempo, como el entusiasmo y el conflicto que envuelven
a toda aquella comunidad.
a) En el primero (1,9-11) el Padre se le muestra como
tal, con la máxima ternura, lo cual le llena de
entusiasmo, confianza y seguridad para la misión por sus
hermanos.
b) En el segundo (9,7) el Padre sale en su defensa y se
dirige a los discípulos, que están en plena crisis, para
confirmarles que Jesús es su Hijo amado y que a El deben
escucharle.
c) En el tercero, que es el durísimo relato de Getsemaní
(14,32-42), Jesús invoca a su Padre con toda confianza;
pero el Padre calla, deja actuar a las fuerzas de la
Historia -que son autónomas- y estas fuerzas lo llevan a
la cruz. Así realiza su misión salvadora con entusiasmo
y conflictos, sin ventajas, una misión confirmada por la
Resurrección, que nos pide continuar su obra y su causa.
Patxi
Loidi