JESÚS DE NAZARET    

                             


                              

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Las parábolas (3)

 

 

Parábola del sembrador

 

 

Mc 4, 3-9

 

3 - ¡Escuchad! Una vez salió el sembrador a sembrar. 4 Sucedió que, al sembrar, algo cayó junto al camino; llegaron los pájaros y se lo comieron. 5 Otra parte cayó en el terreno rocoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida, 6 pero cuando salió el sol se abrasó y, por falta de raíz, se secó. 7 Otra cayó entre las zarzas: brotaron las zarzas, la ahogaron, y no llegó a dar fruto. 8 Otros granos cayeron en la tierra buena y, a medida que brotaban y crecían, fueron dando fruto, produciendo treinta por uno y sesenta por uno y ciento por uno.

 

9 Y añadió:

 - ¡Quien tenga oídos para oír, que escuche!

 

 

Tiene dos partes:

a) la parábola (Mc 4, 3-9)

b) la explicación (Mc 4, 13-20).

Según los especialistas en el tema la segunda parte, la explicación, no es de Jesús. La explicación pertenece a la primitiva iglesia. A esta conclusión no se llega por capricho. Además de razones de tipo filológicas, está la necesidad que tenían las primeras comunidades de aplicar las palabras y parábolas de Jesús a unas circunstancias distintas de las que motivaron los dichos o las parábolas.

 

La parábola del sembrador cuenta una realidad vista por Jesús desde niño. En su pequeña aldea, Nazaret, vio sembrar, sin duda, en balates o lenguas de laderas en los asentamientos de judíos traídos desde Judea. Labraban, en régimen de alquiler, las tierras de terratenientes que, de ordinario, vivían en Jerusalén.

 

No es que el labrador fuera un incompetente tirando la semilla a los caminos, o en medio de los arbustos y pedregales. La forma de sembrar era diferente a la nuestra. En nuestros campos, primero se ara. Y los caminos están ya hechos. Los judíos primero esparcían la semilla y luego araban. Los caminos, como los de Machado, se hacían al andar.

 

Jesús es un sembrador. Sabe que desde la siembra a la cosecha hay toda una espera. Pueden ocurrir muchas cosas. La semilla se tendrá que transformar en espiga. Pero su misión es sembrar. Con un trabajo a veces inútil. Con muchos contratiempos. Sólo al final (v.8) se verá el fruto. Sembrar. Esperar. Confiar.

 

Esta parábola no está dicha a ninguna “iglesia”. La primitiva iglesia se aprovechó de la parábola e hizo una alegoría que, como tal, ordeña cada detalle para moralizar. A modo de sermón. (Mc 4, 11-20)

 

El problema de Jesús era muy concreto.

  • Acaba de anunciar, en su región, una auténtica revolución: “Se ha cumplido el tiempo. Está cerca el Reino de Dios. Tened fe en esta buena noticia.” (Mc 1, 15).

  • Ha escogido a un grupo de seguidores (Mc 1, 16 ss.).

  • En la sinagoga ha roto con el nacionalismo (Mc 1,24).

  • Un extremista judío (le llaman endemoniado) se retuerce contra Jesús (Mc 1,24-28).

  • Incorpora a un excluido leproso (Mc 1,39).

  • Libera a un paralizado (Mc 2, 11).

  • Integra en su equipo a un excluido por el sistema: un recaudador (Mc 2, 14).

  • Come con descreídos y excluidos (Mc 2 15-16).

  • Rompe con el ayuno (Mc 2, 18).

  • Su familia lo tiene por loco (Mc 2,20).

  • Dice que su familia es aquel que le siga (Mc 3,33).

  • Ha dicho que el hombre está por encima de la Ley (Mc 2, 27).

Lógicamente, hay quien lo quiere despeñar. Saben que se está cargando el sistema. Otros lo quieren convertir en líder que comience el levantamiento.

 

“¡Escuchad! Una vez salió el sembrador a sembrar…

¡Quien tenga oídos para oír, que escuche”!

 

Jesús lo tenía todo para ser un líder político, revolucionario. Escogió sembrar. Pero no parece que fuera ingenuo. Sabía que traía fuego. Antes o después, la semilla daría su fruto: el Templo, la Ley y el Sacerdocio caerían.

 

Es el Reino de Dios, el que se acerca. El reino crecerá como una espiga, fruto de una transformación. Después de superar muchas vicisitudes.

 

El creyente no es un terrorista. No es un revolucionario. No es un político. Pero siembra, espera y confía en la cosecha de un cambio. Está cerca el Reino de Dios. No se trata de partidos políticos o de levantar conventos, o montar campañas publicitarias.

 

 

Luís Alemán

 

 

Marcos 4, 13-20

Explicación atribuida a la primitiva Iglesia

 

13 Les dijo además:

 

- ¿No habéis entendido esa parábola? Entonces, ¿cómo vais a comprender ninguna de las demás? 14 El sembrador siembra el mensaje. 15 Éstos son “los de junto al camino”: aquellos donde se siembra el mensaje, pero, en cuanto lo escuchan, llega Satanás y les quita el mensaje sembrado en ellos. 16 Éstos son “los que se siembran en terreno rocoso”: los que, cuando escuchan el mensaje, en seguida lo aceptan con alegría, 17 pero no echa raíces en ellos, son inconstantes; por eso, en cuanto surge una dificultad o persecución por el mensaje, fallan. 18 Otros son “los que se siembran entre las zarzas”: éstos son los que escuchan el mensaje, 19 pero las preocupaciones de este mundo, la seducción de la riqueza y los deseos de todo lo demás van penetrando, ahogan el mensaje y se queda estéril. 20 Y ésos son “los que se han sembrado en la tierra buena”: los que siguen escuchando el mensaje, lo van haciendo suyo y van produciendo fruto: treinta por uno y sesenta por uno y ciento por uno.

 

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