Las parábolas (2)
El grano de mostaza y la levadura
Dos parábolas similares. Contraponen un principio y
un final, un comienzo y un resultado. Se les llama
parábolas del contraste. Este parecido entre las
dos, llevaron a Mateo y Lucas a ponerlas juntas.
Se contraponen lo pequeño y lo grande. Lo oculto del
proceso y el resultado. El silencio y el éxito. La
desproporción de lo que se entierra con el asombroso
final. Es un canto a la humildad y a lo pequeño.
“La más pequeña de todas las semillas en todo el
mundo” (Mc 4,31). Y cuando ha crecido, ese diminuto
grano de mostaza aparece “como la mayor de todas las
hortalizas y echa grandes ramas de modo que las aves
del cielo pueden anidar a su sombra” (Mc 4, 32). A
orillas del lago de Genesaret, alcanza una altura de
dos y medio o tres metros.
“La levadura que metió una mujer en medio quintal de
harina; todo acabó por fermentar” (Mt 13,33). “Esa
jactancia vuestra no viene a cuento, ¿no sabéis que
una pizca de levadura fermenta toda la masa? (1 Cor
5,6); “una pizca de levadura fermenta toda la masa”
(Gál 5,9).
Dos cosas muy pequeñas, la mostaza y la levadura,
producen grandes efectos. Este es el contraste:
“Sucede con el reino de Dios como con un grano de
mostaza” o “con un trozo de levadura”
El reino de Dios es aquí el árbol que cobija, o la
masa fermentada. Pero todo empieza desde algo muy
pequeño.
El proceso entre lo pequeño y el resultado no lo
cuenta la parábola. Una sabiduría griega, o una
mente científica occidental analizarían el proceso.
Una visión oriental, intuitiva prefiere admirar el
“misterio” de la naturaleza.
Si se habla del reino que Jesús predica no valen
diseños de marketing. Es un proceso en silencio, sin
ninguna campaña publicitaria. Así sucede el reino de
Dios:
“Como cuando un hombre ha echado la semilla en la tierra; él duerme y
está despierto, por la noche y por el día, y la
semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo”
(Mc 4,26).
La mujer amasa, lo cubre con un paño, deja estar
toda la noche, y, cuando vuelve por la mañana, toda
la masa ha fermentado.
El reino empezó en Nazaret. “¿De Nazaret puede
salir algo bueno?” Tan pequeño era Nazaret que
ni es citado en el Viejo Testamento. El reino no
comienza en Jerusalén. ¿Pero no es éste el hijo
de José?
Ese tiempo en el que la mostaza echa raíces en la
tierra y crece hasta convertirse en un arbusto para
cobijar y dar sombra, es la Historia. Esa noche en
la que una pizca de levadura fermenta la masa, es la
Historia.
La Historia sólo se comprende al final y desde el final. Mientras
tanto:
¡Silencio! Que la masa se está fermentando. Aún no
tenemos ramas para cobijarnos. El sol nos quema.
Vivimos a la intemperie. Soñamos con el frescor de
la sombra. El reino no ha llegado, pero ¿no notáis
cómo la masa se agranda y huele diferente? ¿No os
cubre, a veces, sólo como un anuncio, la sombra de
Dios?
Pero estamos en la era de la Fe, de la Espera, no
perdamos el Amor.
Luís Alemán