EVANGELIOS Y COMENTARIOS   

                             
                              

 

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Lucas 9, 11b-17

 

CORPUS CHRISTI

11 Él las acogió, estuvo hablándoles del reinado de Dios y fue curando a los que lo necesitaban.

 

12 Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle:

 

- Despide a la multitud, que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque esto es un descampado.

 

13 Él les contestó:

 

- Dadles vosotros de comer.

 

Replicaron ellos:

 

- ¡Si no tenemos más que cinco panes y dos peces! A menos que vayamos nosotros a comprar de comer para todo este pueblo.

 

14 Eran unos cinco mil hombres adultos. Jesús dijo a sus discípulos:

 

- Decidles que se echen en grupos de cincuenta.

 

15 Así lo hicieron, diciendo a todos que se echaran.

 

16 Y tomando él los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, los bendijo, los partió y se los dio a sus discípulos para que los sirvieran a la multitud.

 

17 Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras de los trozos: doce cestos.

 

 

Comentarios de Pedro Olalde

 

El texto de Lucas nos dice dónde está la clave de la tradicional fiesta del Cuerpo del Señor.

 

La clave es la multiplicación de los panes, a partir de lo que tenemos. Ahí está presente Jesús y nosotros participamos de su vida al compartir lo que tenemos. Es el modo de anticipar el modelo de sociedad (reino de Dios), donde reinará la fraternidad y la solidaridad de todos con todos.

 

La Eucaristía es el sacramento, significación de esta vida fraterna y solidaria, que tenemos que construir con Jesús.

 

 

De vuelta de la misión, Jesús lleva a sus discípulos a un lugar solitario, para estar juntos y para orar. Pero la gente que le sigue, se lo impide. Jesús les acoge con bondad y les expone el modelo de sociedad alternativa (el reino de Dios).

 

Jesús no se limita a hablar. Se implica en la vida de la gente, dando todo lo que puede, para llevarles un poco más de felicidad.

 

Aquí está el verdadero secreto de la multiplicación de los panes: compartir lo que se tiene, ofrecer lo que uno tiene a los que carecen de todo.

 

El Padre lo multiplica, es decir, la justicia se extiende y la solidaridad acaba satisfaciendo a todos.

 

 

Estamos ante un relato muy simbólico. Los números así lo indican:                      

·         5 panes y 2 peces = 7, la totalidad del alimento de que dispone la comunidad.

·         5.000 hombres/grupos de 50: refleja la idea del pueblo de Dios Es una referencia a los grupos proféticos del AT, formado por 50 hombres adultos (1Re 18,4.13).

·         El número 12 (los cestos recogidos) significa el pueblo de Israel, los 12 apóstoles: compartiendo se saciará el hambre del pueblo entero.                                              

 

 

En lugar de una descripción del milagro, hay una descripción de la función de Jesús, como padre de familia que preside una comida, el cual al comienzo solía hacer una oración de alabanza y acción de gracias

 

Con todo, parece probable que hay una alusión a la Eucaristía en la fórmula usada: “Jesús tomó los cinco panes, levantó los ojos al cielo,…”

 

 

Todavía en tiempos no muy remotos, había una gran insistencia en la presencia de Jesús Sacramentado en el pan y el vino consagrados. Se nos recomendaba visitar a menudo a Jesús Sacramentado.

 

Hoy, los cristianos haríamos bien en recuperar un poco del fervor de otros tiempos, recordando a menudo, que no estamos solos, porque el Señor nos acompaña y nos alienta.

 

Pero, como sabéis, hay otras presencias de Dios. Y así decimos que Dios se nos comunica en su Palabra, cuando la escuchamos con un corazón abierto. Dios está también presente en la Comunidad reunida en su nombre. Y está presente, sobre todo, en el hombre. Esta es la peculiaridad que distingue al cristianismo.

 

 

Hoy es el día del amor fraterno. Hoy podemos hacer nosotros el milagro de la multiplicación de los panes, compartiendo lo que somos y tenemos con aquellos que carecen de todo.

 

Hubo un tiempo en que el fervor de un creyente se medía por el número de misas que oía cada día. Hoy, se mide por la capacidad de compartir que tiene, es decir, por el amor en ejercicio. Esa es la gran señal de una Iglesia llamada a ser reino de Dios, sociedad alternativa.

 

 

Comentarios de Patxi Loidi

 

Hasta hace poco tiempo, esta fiesta del "Corpus Christi" o Cuerpo de Cristo se celebraba en jueves. Había un refrán que indicaba la importancia que adquirió este día en el calendario cristiano. Tres jueves hay en el año que brillan más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. Sin embargo, esta fiesta se introdujo tardíamente y es como un doblete del Jueves Santo.

 

Es una especie de veneración de la eucaristía guardada en el sagrario y sacada en procesión por las calles. Así, pues, a pesar del auge que adquirió, es una fiesta menos acertada litúrgicamente, por ser un doblete y por esa concepción estática de la eucaristía, como objeto de veneración.

 

La eucaristía es ante todo una celebración comunitaria de la cena del Señor, con su vida, muerte y resurrección. En cambio, la veneración del Santísimo Sacramento es una devoción tardía y secundaria, en comparación con la celebración eucarística.

 

Pero la Iglesia ha sabido dar a la liturgia de hoy el verdadero sentido eucarístico. El evangelio marca ese significado profundo, participativo, personal y social de la celebración eucarística: Jesús nos invita a su mesa; nos da su pan, que es él mismo; nos hace compartirlo con los necesitados –como aquella multitud que le seguía-, y nos invita a superar la lógica económica con la lógica solidaria. (Lógica económica = no hay pan para todos. Lógica solidaria = hay para todos, si se comparte).

 

Los textos de hoy no se refieren a la procesión ni a la adoración del día de Corpus Christi, sino a ‘comer’ espiritualmente a Jesús y a dar de comer a los pobres, como hizo él. La eucaristía es unión íntima con Cristo y compromiso con los pobres y la justicia.

 

Hay un simbolismo en los números. Además hay otras alusiones al Antiguo Testamento: la abundancia, el desierto, el hambre, que Dios sacia de varias formas, etc. Todo ello indica que es un texto muy elaborado, en el que destaca la eucaristía y el anuncio del Reino de Dios, donde no habrá hambre ni males.

 

Pero el anuncio eucarístico de ese futuro pleno nos compromete a luchar aquí contra el hambre, la injusticia y el mal. Así lo entendieron las primeras comunidades, que llevaban alimentos a la eucaristía, los ofrecían en el ofertorio y luego los repartían a los pobres.

 

Un diálogo comunitario importante sería el siguiente: ¿Qué podemos hacer para devolver ese significado originario a la eucaristía y no quedarnos sólo en la devoción?

 

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